«El encaje se promocionó como folclore, pero aún sigue en la economía informal»

Juan Ventura Lado Alvela
J. V. Lado CEE / LA VOZ

CAMARIÑAS

La tesis doctoral de la científica del INCIPIT profundiza en la patrimonialización o el impacto económico de estas artesanía

18 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Guadalupe Jiménez Esquinas (Córdoba, 1984), profesora de la USC y científica del Instituto de Ciencias del Patrimonio, acaba de defender con sobresaliente cum laude su tesis doctoral Del paisaje al cupero: una crítica feminista de la patrimonialización del encaje en la Costa da Morte.

-¿Qué le trajo a Galicia?

-Vine con una beca predoctoral del Instituto de Ciencias del Patrimonio para hacer una tesis relacionada con eso, con patrimonio inmaterial. A la hora de elegir el tema tuve en cuenta mi formación en Antropología Social y Cultural, un máster en Igualdad de Género y Estudios Feministas que acababa de terminar y que me incorporaba a un instituto de patrimonio. Tenía que escoger un tema que conjugara las tres cosas y que fuera en Galicia. También a nivel personal tuvo que ver mi propia biografía porque mi madre es modista, mis tías también, tengo tíos que son sastres... He crecido en ese ambiente en ese de costura.

-¿Cómo le lleva eso a Camariñas?

-Pensé en mariscadoras o redeiras, pero finalmente me decanté por las palilleiras. Tenía que ir a Camariñas especialmente pero también estuve haciendo trabajo de campo en Muxía, comparando un poco los dos lugares.

-Fue muy largo ese trabajo de campo.

-En antropología una parte fundamental es el trabajo de campo, que implica estar viviendo en el sitio por un tiempo más o menos prolongado. En Camariñas estuve viviendo por lo menos siete meses y luego fui y vine -vivo en Santiago de Compostela- muchísimas veces. También estuve en Argentina con las emigrantes que seguían haciendo encaje en la emigración o que guardaban encaje de su familia, lo que le llamo objeto de memoria. Si fue algo muy prolongado en el tiempo.

-¿Qué importancia tuvieron las exportaciones en la perspectiva histórica del encaje?

-Fue la época dorada más reciente del encaje. Se exportaba a Argentina, México, Cuba... por kilos y era, según comerciantes de Muxía, el principal granero de dinero de toda la comarca a principios del siglo XX. Luego analizo que pasó desde entonces hasta la actualidad.

-¿Qué es un proceso de patrimonialización?

-Es el proceso por el cual algo cotidiano pasa a considerar algo relevante, digno de ser preservado, conservado, pasárselo a las generaciones futuras para que no se olvide e invertir también los recursos necesarios.

-¿Hay algún momento histórico que marque ese punto para el encaje?

-Tuvo un momento muy destacado a principios de los años 90. Sobre todo en el Concello de Camariñas decidieron apostar muy fuerte porque vieron que era algo que estaba prácticamente olvidado, motivo de las emigraciones masivas y también porque las palilladas se habían desagregado y las mujeres estaban produciendo en sus casas y eran invisibles. Sin embargo, esa no era la realidad. Hicieron una encuesta y se dieron cuenta de que estaba muy lejos de desaparecer y seguía moviendo bastante económicamente. Todo, digamos, en la economía informal. A partir de entonces se creó la Mostra la Escola Infantil de Palilleiras, el Museo... para darle visibilidad y recuperarlo. Lo que pasó, y esa es una de las principales conclusiones del estudio, es que se promocionó mucho en el plano cultural, folclórico o patrimonial, pero sigue estando en la economía informal, de donde no salió nunca. Una cuota de autónomo sigue muy alejada de lo que puede llegar a ganar una palilleira.

-¿Cómo analiza esta precariedad desde la óptica feminista?

-Es sorprendente, pero estas mujeres no han perdido lo de reivindicarlo como un trabajo y ellas quieren dignificar su trabajo, pero eso, por distintos motivos, no llega a convertirse en un empleo bien remunerado, estable.

-¿Han servido esos ingresos para la emancipación femenina?

-Es una economía de la casa, en la que no se tienen en cuenta las ganancias individuales. En esta zona en concreto, con una economía pesquera muy variable a lo largo del tiempo era totalmente complementario. Hay un encaje que se llama ganapán, cuyo objetivo era hacerlo y venderlo en ese día para poder comprar. Lo que, en términos actuales, llamaríamos una economía diversificada, de no poner todos los huevos en el mismo cesto, una estrategia de supervivencia.

«Las palilleiras cobran la hora entre 0,60 y 1,50 euros»

 

 

Jiménez Esquinas advierte del riesgo de saturación que supone para las mujeres sus donaciones invisibles, básicas para la familia y la sociedad.

-¿Qué son las donaciones invisibles de la que habla?

-Tienen que entenderse dentro de la perspectiva feminista. Es que las mujeres han ocupado dentro del ámbito de la cultura una labor de mantenimiento, sostenimiento y transmisión a las generaciones futuras, ya no solo del encaje, sino de cualquier traducción. Por ejemplo, ahora que estamos en entroido, coser los trajes de los hombres. Uno de los aspectos que trato es ese, el de la importancia que tiene la agricultura de subsistencia o las pensiones de las abuelas, que muchas veces permiten sobrevivir a la familia.

-¿Cuál es el principal riesgo actual para estas mujeres?

-Es la sobrecarga por parte de las mujeres. Cuanto más despoblado está un lugar más hincapié se hace en el turismo, por ejemplo, y la patrimonialización de muchas prácticas va todo a cuestas de las mujeres. Tirar de los nietos, los mayores, de la economía, ayudar a la hija con los niños...

-¿Qué particularidades tienen las épocas que distingue como franquismo y fraguismo?

-El franquismo utiliza las tradiciones como una forma de hacer política. Es la época de los coros y danzas, recopilar canciones de los pueblos... Se deshicieron las palilladas y se le dio un corte más folclórico. Se ocultó la parte económica y la política, de dignificación del trabajo de las mujeres. Fraga continúa un poco en cuanto a cultura. No olvidemos que el fuera ministro de Turismo. Durante su gobierno se hizo mucho hincapié en la folclorización de muchas tradiciones gallegas: ferias, fiestas gastronómicas... Yo hablo de la política de la morriña: ocultar todos los otros aspectos que tienen la cultura.

-¿Cómo se debería articular ese retorno económico?

-Hay estudios feministas de décadas ya, que elaboran los que se llaman las cuentas satélites, cuánto le costaría al Estado si tuviese que pagar todos esas donaciones imposibles, qué impacto tendría en el PIB gallego . Seguramente el sector de los cuidados fuese el más grande de toda la economía. Yo hice algunos cálculos y el precio del encaje a valores de mercado seguramente se triplicaría, porque las palilleiras están cobrando, de media, entre 0,60 céntimos y un euro y medio la hora de trabajo.