Faro Vilán

Gabriel Pérez Suárez COMO PUÑOS

CARBALLO

11 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando leí en La Voz que se suprimían el acceso del público al faro Vilán, me vino a la memoria un día allá por los años 60 cuando me visitó Constantino Millán Meijide, dueño del restaurante Carballeira de Barcelona. Lo conocía por haber comido en su casa y por ser santiagués, como el que suscribe. Venía acompañado de otro matrimonio catalán que visitaba Galicia por primera vez. Constantino me pidió que le enseñara la Costa da Morte, ya que era una parte de Galicia que no conocía y presto me ofrecí a acompañarlos por esta maravillosa tierra que, de muerte no tiene nada, sino que, pese al desdén con el que el que a través de los tiempos ha sido olvidada, aquí sigue llena de vida. Los llevé a conocer el dolmen de Dombate, A Cidá castreña de Borneiro, el faro de Fisterra y, ya de vuelta, nos acercamos a Camariñas, pues las señoras querían adquirir unos encajes. Llegamos a este hermoso pueblo y, después de satisfacer el deseo de las señoras, les propuse ver el faro Vilán, que estaba cerca. No declinaron la proposición y allá nos fuimos muy animados. Una vez dentro del faro, el torrero, muy amable, nos invitó a subir a donde se encuentra la cristalera con la lámpara dentro. El ascenso fue para ellos un poco trabajoso, pues se trataba ya de personas entradas en años y en carnes. No se imaginan el impacto que les causó lo que desde lo alto del edificio oteaban. Quedaron maravillados de tanta belleza e impresionados ante un mar tan bravío como el que rompe en el cantil de Vilán. No, apreciables hosteleros de Camariñas, no dejen que se cierre esa joya turística. Abierta, será una máquina de hacer dinero que les beneficiará, y como la Mostra do Encaixe, será un acicate para la que la gente les visite.