01 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Un buen fotógrafo de prensa vive pegado a la noticia y al territorio que habita. Es crónica y memoria. Construye poco a poco un rico banco de imágenes en el que luego, con el paso del tiempo, nos reconocemos. Pero de vez en cuando hay fotógrafos que no solo saben levantar acta, que no se limitan a contar lo que ocurre de un modo somero y estrictamente periodístico. Que no solamente estaban allí. Son aquellos capaces de ilustrar ideas y ofrecer retratos, capaces de pensar a la vez que fotografían. Es el caso de Ana García. No es fácil colocarse delante de una persona y extraer de ella una imagen que la explique. Es necesario lograr un alto nivel de intimidad para que desaparezca la cámara y aparezca un diálogo sereno. Ana García lo consigue sin artificio ni ornamento. Un dibujo sin violencia. Tan crudo como lo somos todos.