Asesorados por el arqueólogo Miguel San Claudio extrajeron un sextante en peligro
19 jul 2019 . Actualizado a las 13:34 h.La riqueza y desprotección del patrimonio subacuático de la Costa da Morte volvió a quedar en evidencia mediante una actuación llevaba a cabo ayer en los bajos de Baldaio, y precisamente orientada a prevenir la pérdida de elementos de este incalculable tesoro histórico. El arqueólogo subacuático, Miguel San Claudio, junto con investigadores de la Armada estuvieron en la zona, tras los restos del vapor británico SS Solway hundido en 1843, tras colisionar contra los bajos de la costa carballesa. Lo hicieron desde el puerto de Malpica.
La iniciativa fue realizada de acuerdo con la Consellería de Cultura para tener un conocimiento de la situación actual del yacimiento, el material en peligro y su posible solución. Vino a raíz de que el pasado día 7 la empresa Buceo Malpica, de Tono García, gran conocedor del entorno subacuático de esa zona, subió a las redes sociales una llamativa imagen con el siguiente texto: «A veces nos topamos con cosas interesantes por el fondo». En la fotografía se puede observar lo que parece parte de un sextante y otros enseres como una cuchara. Son piezas que encajan perfectamente en lo que se conoce del Solway, un barco de pasaje de lujo de la época, que además transportaba mercancías de la metrópoli británica y su entonces en expansión imperio marítimo.
De momento, el sextante fue puesto a buen recaudo por ser una pieza de gran valor histórico y gran importancia. Ni la Consellería de Cultura ni los participantes en la prospección facilitaron detalles más concretos sobre de la operación realizada ayer. De momento, ha sido una operación aislada y no se tiene noticia de que se vaya a llevar a cabo un proyecto de excavación en toda regla en el Solway.
En cualquier caso, lo que queda de manifiesto es que la Costa da Morte en materia de patrimonio sumergido es bastante más que la inmensa riqueza de la ría de Corcubión y otros sitios más conocidos como el entorno del Vilán, en Camariñas. Son centenares los barcos hundidos de distintas épocas que encierran un innegable valor histórico. Potencialidad que, como denuncian los especialistas, está claramente infrautilizada ya que no existe en la zona ningún museo arqueológico naval, como el que se pretendía establecer en el Seno de Corcubión, y los recursos destinados a investigación son exiguos. Ante la proliferación del submarinismo aficionado, algunos expertos advierten del riesgo que corre este patrimonio, ya que si no se trata debidamente su fragilidad augura la destrucción.
El vapor que marcó el despegue del puerto de Vigo en detrimento del de A Coruña
El SS Solway, como cuenta el arqueólogo subacuático Miguel San Claudio en un artículo publicado en La Voz en el 2013, era un vapor de paletas de la compañía británica Royal Mail Steam Packet, «suntuoso, con todas las comodidades que podía aportar el vertiginoso desarrollo de la navegación en aquellos tiempos». De hecho, fueron los barcos que inauguraron la práctica de «viajar por mar por el simple hecho de disfrutar de la navegación».
Había salido del puerto de A Coruña el 7 de abril de 1843 con destino a las Indias Occidentales. Además del pasaje, del que fallecieron 35 personas, llevaba carga general y 1.300 libras en efectivo. Pasó la Torre de Hércules a las diez de la noche y puso rumbo oeste para cruzar al norte de las Sisargas antes de dirigirse hacia el sur. Para San Claudio, solo un «un error de navegación achacable a sus oficiales y en última instancia a su capitán», puede explicar que, con el mar en calma y condiciones de visibilidad óptimas, chocase repetidamente contra los bajos de Baldaio y se hundiese en apenas 20 minutos. Sin embargo, el siniestro vino a reforzar las quejas por falta de ayudas a la navegación en un Estado español de la época prácticamente quebrado por la sucesión de guerras. «Sin embargo, el pato lo pagó A Coruña. La armadora justificó en la falta de ayudas a la navegación la suspensión de sus servicios desde ese puerto, trasladándolos a Vigo», escribe San Claudio. De hecho, no fue hasta hace unos años cuando A Coruña recuperó su potencia como puerto de pasaje.