Lo que espero de la docencia

CARBALLO

23 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

He tenido muchos profesores en mi vida. Contando tres años de educación infantil, seis de primaria, cuatro de secundaria, dos de bachillerato, cuatro de carrera y unos cuantos meses de posgrado. Serán, fácilmente, medio centenar. Y, sin embargo, me acuerdo con nitidez de apenas seis o siete. Y no hace tantos años que acabé la carrera. Me acuerdo de esos seis o siete por todo lo que aprendí en sus clases, pero también por las múltiples lecciones de vida que me enseñaron.

Todos estamos de acuerdo que a clase no se va a que te eduquen, eso tiene que venir de casa, sino a que te llenen de conocimiento. Hay, sin embargo, docentes que van mucho más allá. Que no se limitan a vomitar el temario de un libro insulso y nada motivador para los chavales, sino que les enseñan a pensar.

Araceli, mi profesora de Historia de España, y también de Arte, me enseñó a mirar al mundo con otros ojos. A viajar, a aprender de las diferentes culturas y a empaparme de la sabiduría de los demás.

Carmen, de inglés, me habló del pensamiento crítico, de la importancia de cuestionarnos nuestro entorno y de no creernos a pies juntillas todo lo que nos dicen.

Del rostro de Mari Carmen casi no me acordaba hasta hace unos meses, cuando nos reencontramos tras más de veinte años. Fue mi primera profesora, cuando apenas llegaba a los tres años. Ella nos enseñó a compartir, a ser compañeros y a considerar la escuela, esa pequeña unitaria, nuestro segundo hogar.

¿Que qué espero yo de los docentes? Espero compromiso, vocación, responsabilidad, implicación y sacrificio. La educación lo es todo.