«Que no me quepan en la boca»

Marta López CRÓNICA

CARBALLO

04 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Que la música se ha permitido ciertas licencias a lo largo de los años es algo evidente. Amor, desamor, venganza, deseo... Han sido siempre tópicos muy explotados por la industria, aunque con unos ciertos límites y con un poco de mano izquierda. Letras machistas las ha habido siempre, pero le oleada de testosterona que trae consigo el tan popular trap latino ya es de traca.

Algunas perlas: «Ella andaba por ahí. Qué cosa rara, pues ahora está encima de mí», cantan Sebastián Yatra y Mau & Ricky. «Desde que te di esa bota, las gatas vienen de tres en tres», dicen una retahíla de artistas en Te boté, uno de los temas de moda. «Y no vas a parar, vas a tener que aguantar toda la noche», cantan Arcángel y J Balvin.

La difusión de este tipo de letras, de marcado carácter machista y misógino, es inevitable por parte de la gran industria (lo sería si se dejasen de comprar sus temas, pero eso ya es otra historia), pero sí se podría hacer un trabajo de cercanía a través de las orquestas, que para muchos jóvenes son el único contacto que tienen con la música en directo. Sin embargo, planchan las listas de éxitos en sus repertorios sin reparar siquiera en el contenido de estas. Todo vale para hacer saltar y danzar al gran público, muchos de ellos menores de edad. Este fin de semana, en una fiesta de la comarca, una vocalista cedía el micrófono a las jóvenes de la primera fila para que coreasen un trozo de la conocida canción de Becky G: gritaron al unísono «A mí me gustan más grandes, que no me quepan en la boca», como si no pasara nada. «Nadie te lo hace mejor que yo» o «Estamos viajando en Cannabis», son otras de las frases pronunciadas por la cantante. El machismo no es solo cosa de hombres.

Polémico es, asimismo, cualquier trabajo de Maluma. Fenómeno de masas, aunque no así de la lírica. Algunas de sus creaciones más audaces: «Siempre me dan lo que quiero, chingan cuando yo les digo» (Cuatro babys), «Se pone a cuatro y me pide que la castigue» (El punto), «Ver tu cara cuando lo tengas dentro» (Un polvo) o, su más reciente lanzamiento «Te me pusiste cerca, me abriste la puerta. Tu novio se descuidó y ahí entré» (Mala Mía).

No sería tan mala idea seguir los pasos del Concello de O Barco, que pidió por escrito a las orquestas de su programa festivo que omitiesen, en la medida de lo posible, las canciones en las que la mujer estuviese sometida o las letras que incitasen a la falta de igualdad. Gran iniciativa, aunque no es más que un parche a una realidad que, de tan extendida que está, ha llegado incluso a normalizarse.

Una última letra, en este caso del 2010: «Si sigues con esa actitud, voy a violarte» (Contra la pared, de Jiggy Drama).