Gregor Sanma

Emilio Sanmamed
Emilio Sanmamed LIJA Y TERCIOPELO

CARBALLO

10 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Los bosques escasean, la comida con ellos. Aquel día la cucaracha Gregor Sanma y sus compañeras decidieron dirigirse hacia el pueblo. El hambre supera al miedo. Pero las granjas estaban abandonadas: ni caballos, ni cabras, ni sus heces; el alimento favorito de las cucarachas. Cae la tarde y la cucaracha Gregor Sanma, dice a sus compañeras: «Hemos de ir a la ciudad, allí los hombres eyectan kilos de nutritivas deposiciones». Las cucarachas más jóvenes no lo dudaron. «¡Sigamos a Gregor!».

Llegaron con la noche a la ciudad. Los hombres dormían y ellas entraron en sus pisos. En sus cocinas, en sus despensas, en sus cuartos de baño. En sus platos a medio fregar, en sus camas a medio hacer. Se sentaron en sus sofás, terminaron sus cervezas, miraron sus televisiones. «¡Estamos bien aquí, quedémonos!», dijo Gregor Sanma. Cada cucaracha escogió una casa. Tan cómodo estaba Gregor que se lavó los dientes antes de acostarse.

A la mañana siguiente se probó una camisa, se miró al espejo y dijo: «Quizá un poco grande, pero servirá». Con relativo esfuerzo se incorporó sobre sus patas traseras. Cerró la puerta y se fue a trabajar. Como Gregor Sanma, cientos, miles de cucarachas comenzaron a andar sobre dos patas y a hacerse pasar por hombres de manera tan efectiva que es casi imposible distinguirlos.

Y ahora, perdóname Kafka por esta versión tan indigna de tu novela La metamorfosis, pero donde tú viste que Samsa era un hombre que se despertó un día siendo cucaracha, yo veo cómo cucarachas se levantan cada mañana pareciendo un hombre; Gregor Sanma, ese soy yo.