Tito Concheiro espera grandes cosas de este castro, pero reprime la euforia y dice que hay que esperar: «A arqueoloxía é un melón, sabes o que hai cando o abres». Con As Barreiras ya tiene una especie de «relación afectiva» tras los trabajos anteriores. «Este é un xacemento moi rico, xa o vimos. Para min é especialmente emotivo devolverlle a súa dignidade: foi castro, agra de cultivo, campo de fútbol, serviu de concurso de arados con tractor, e 2.000 anos despois volve a ser un castro». Destaca su emplazamiento, sobre todo, entre otras peculiaridades. Y también lo que ha sufrido. Los terrenos de cultivo no son algo reciente, sino ya desde la época medieval. O con la construcción de la AC-552, a mediados del XIX, que hubo que eliminar una parte. Ya es extenso, pero lo fue mucho más. Esa dignificación incluye un plan de divulgación importante, para que la sociedad conozca el patrimonio histórico que atesora al lado de casa. Ya desde la semana que viene habrá visitas de escolares, mañana y tarde, con explicaciones sobre lo que se ve y lo que no se ve a cargo de los expertos. También se aprovecharán las redes sociales, con cuentas propias en Facebook o Instagram, para que se vea la evolución de los trabajos en el día a día. Y, más adelante, esa vista se hará sobre el propio terreno, que es el objetivo final. Para Concheiro es un plus que esté en el casco urbano, donde los visitantes pueden encontrar un castillo y un castro a pocos metros, «como en Vigo», bromea. No hay muchos más ejemplos así.