Los edificios en ruina son un peligro para los viandantes

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

BASILIO BELLO

El edificio de Costa Nariga es el último ejemplo de los desprendimientos que ocasiona el abandono de edificios

17 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Los riesgos que suponen los edificios abandonados son muchos, desde problemas de salubridad a la seguridad. Y dentro de estos, también son variados, pero los desprendimientos suelen ser los principales. La gravedad depende de la zona: no tienen el mismo peligro los que se han producido en la antigua sala de fiestas A Revolta, en Carballo, que los que se producen en una calle transitada. Y de estos también hay muchos, cíclicamente. Uno de los últimos se ha producido en el exterior de la urbanización Costa Nariga, promovida en su día por Riotorto, junto a la carretera de Razo.

Hace casi dos semanas se cayeron algunas piedras del revestimiento de la fachada que da precisamente a la carretera principal, y desde entonces está cortado el paso en un tramo con cintas de Protección Civil y vallas. Otro problema más que suma a una larga lista que sigue creciendo. Pese a que los accesos están sellados, han seguido desapareciendo ventanas, elementos decorativos, mobiliario interior, revestimientos... Los habituales de la zona han notado los pequeños cambios mes a mes.

Costa Nariga estaba llamada a ser una de las mejores urbanizaciones residenciales de la Costa da Morte, pero se quedó en la llamada. También el hotel El Hórreo de Corcubión era un icono de la hostelería de la Costa da Morte desde su puesta en marcha hace algo más de 53 años, y parecía que iba a mantener esa posición tras la última reforma, hasta que se fue al traste en el 2014. Justamente a finales de ese año comenzaron los problemas y los desprendimientos, que aún se mantienen.

Donde ya no los hay es en el edificio abandonado frente a la rotonda de la calle del Sol, en Carballo, al inicio de la Vila de Negreira. Y, si los hay, no se ven, porque una enorme red impide que salten a la acera, como pasó varias veces desde septiembre del 2015, y la Policía local puso cintas y vallas. El Concello instó a los propietarios a arreglarlo o demolerlo, y el arreglo llegó con la colocación de la malla. Un cartel anuncia desde hace tiempo que está en venta. Es el segundo que le instalan, porque el primero era uno electoral, con José bello Pallas, de Terra Galega, a gran tamaño.

El antiguo Instituto de Desarrollo Comunitario, en Cee, propiedad de una fundación que llegó a montar una guardería, también sufrió estos problemas, y sigue languideciendo. Ayer no había cascotes, pero los desperfectos siguen a la vista.

No siempre los desprendimientos son en edificios abandonados. En los últimos años también los hubo en colegios como el Otero Pedrayo de A Laracha, a Casa da Cultura de Vimianzo o en edificios de la Gran Vía, Miño y Anllóns de Carballo, o la Domingo Antonio Andrade de Cee.