Ángel Carracedo y el gran libro del ADN

CARBALLO

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Carracedo afirmó que nunca había hablado «ante tanto público xunto da vosa idade». josé manuel casal< / span>

25 mar 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Gracias al científico Ángel Carracedo, los alumnos ayer presentes en el salón de actos del instituto Alfredo Brañas -los había del propio centro, pero también del Artai, el Monte Neme y el Parga Pondal-, ya saben cómo obtener en casa el ADN de los guisantes. Solo necesitarán agua, una batidora, el zumo de un bote de piña («iso que case nunca se compra, pero sempre hai nun fogar»), lavavajillas, un tubo y alcohol etílico. El catedrático de Medicina Legal y director del Centro Nacional de Xenotipado -entre otras muchas cosas, presentó la directora del Alfredo Brañas, Mónica Mariño- inició su intervención de ayer con una confesión (relativa): «Son de Santa Comba, pero son carballés. Toda a miña familia é de Rus, aínda que agora cando me preguntan onde vivo, digo que no avión, porque ando sempre dun lado para o outro». Ahí se ganó el primer aplauso de los estudiantes, que no dejarían de recibir con sonrisas las sencillas explicaciones de este científico de proyección internacional. Aterrizó en el instituto carballés en su «momento de descanso» para hablarles de algo en apariencia tan complejo como el papel del ADN. Aunque no lo fue.

Sin dejar de interactuar con los jóvenes -afirmó que nunca había hablado ante tantos juntos, pero se los metió en el bolsillo-, definió el genoma humano como un gran libro. Del tamaño de la catedral de Santiago, por dar una referencia, y repleto de palabras de tres letras en las que una mínima variación puede alterarlo todo. Carracedo habló del origen de la vida, de las enfermedades y de la muerte. «A vida sempre é un libro de instrucións», dijo. «¿Cal é a vosa media de idade? ¿16 anos? Pois imaxinade, se non houbese morte celular, o voso cerebro pesaría 550 quilos e o voso intestino pasaría de aquí a Madrid, algo máis de 700 quilómetros». Nada menos.

De pie en el escenario, explicó con soltura su campo de trabajo, didáctico y cercano. «Por iso o ADN programa esa instrución que é a morte celular. Cando algunha desa instrución falla, chámase cancro», apuntó. Una materia en la que el equipo de investigación que dirige ha abundado. «A morte e a enfermidade son consubstanciais á vida», expresó. Pasó por los cromosomas y citó a Frederik Sanger: «El é a persoa que máis admiro, recibiu dous Nobel. Descubriu como ler o ADN». Un proceso complejísimo que la innovación tecnológica ha ido revolucionando.

En ese gran libro repleto de palabras, una pequeña alteración lo cambia todo: «A veces cambia unha letra e iso xa é unha enfermidade». Es la razón del síndrome de Down o del síndrome de Williams. «A verdade é que aínda non sabemos moi ben para que serven a metade dos xenes», bromeó. Su exposición, que se extendió en otros muchos aspectos, no dejó indiferente a nadie. Ni a los profesores que se encontraban en el salón (como José Antonio Viña). En las butacas, última fila, y como un alumno más (él, que también fue docente), se encontraba el alcalde carballés, Evencio Ferrero, quien ya había compartido con Carracedo unos minutos antes de la charla.