La Guerra en nuestras puertas

Miguel San Claudio

CARBALLO

Un misil Henschel 293 como elque hundió a la HMS Egret.
Un misil Henschel 293 como elque hundió a la HMS Egret.

El «HMS Egret» ganó el dudoso lugar en la Historia como el primer buque hundido por un misil, con 194 víctimas

01 dic 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

El coruñés Emilio González López, Cronista General de Galicia, dijo aquello de que «Galicia, marginada geográficamente en la Península, casi perdida en el extremo noroeste de España, es, sin embargo, por esa misma situación, la región española más céntrica en las relaciones intercontinentales entre Europa y los otros continentes de la tierra. Por las costas gallegas pasan las principales rutas marítimas de todos los pueblos de la Europa occidental con el resto del mundo». Nuestras costas se encuentran frente a la ruta de comunicación humana más poderosa que ha conocido la Historia. No es extraño que muchos de los acontecimientos que la forjaron se produjeran precisamente en una zona a la que cualquiera, dominado por una mentalidad continental, consideraría apartada de los flujos de la civilización.

En Galicia, antes que en ninguna otra parte del sur europeo, se contempló un buque navegando a vapor, y el primer silbato de un vapor provocó que en el puerto coruñés la población se arrojara a las calles, espantada por tan grave como novedoso sonido. El primer acorazado moderno de la Historia reposa hace 143 años al sur de Finisterre. El primer faro eléctrico de España, el radar, las transmisiones de radio o el posicionamiento radioeléctrico, abuelo del actual GPS, tuvieron en estas costas protagonismo, mucho antes que en otras partes. Uno de esos logros tecnológicos es lo que nos atrae una vez más a las costas gallegas: en concreto a su parte sur, a unas 30 millas de Vigo.

La guerra, esa terrible actividad casi exclusiva de los humanos, supuso en muchos casos avances científicos que, diseñados en realidad para exterminar seres humanos, han supuesto a la larga ventajas técnicas de aplicación civil. En plena Segunda Guerra Mundial, con Alemania dueña de la Europa continental donde escasas naciones se vieron a salvo de la destrucción -España es una-, el régimen nazi está acosado por numerosos enemigos. La colosal industria norteamericana se dedica a aprovisionar a una U.R.S.S. a la que la Wehrmacht se ve impotente de detener a pesar de las numerosas bajas que le inflige. A su vez, los aliados occidentales se están reforzando para poner el pie en el continente. La jerarquía que dirige los destinos alemanes percibe que la situación está perdida y dirige la vista a la técnica y a los avances científicos que le pueden aportar nuevas armas maravillosas -Wunderwaffen- con las que dar la vuelta a la situación.

El buque explosionó y se hundió

Una de esas armas vio su debut operativo precisamente en un punto donde convergen las rutas marítimas que entonces y ahora alimentan Europa. Allá donde se cruzan los caminos de los mercantes que trasladan suministros a las islas británicas y los de sus depredadores, principalmente los U Boot alemanes, que desde sus bases francesas a punto estuvieron de inclinar la balanza de la victoria hacia uno de los regímenes más crueles que haya conocido la humanidad. La corbeta antisubmarina (sloop) H.M.S. Egret se encontraba de patrulla a unas treinta millas de la ría de Vigo cuando fue atacada por una fuerza compuesta por 13 aviones Dornier 217 alemanes. Uno de ellos le lanzó una de esas Wunderwaffen, un misil teledirigido, Henschel 293, que, tras explosionar le hizo ganar un dudoso lugar en la Historia como el primer buque hundido por un misil. Tras la explosión de la bomba, el buque explosionó a su vez hundiéndose inmediatamente, arrastrando a su tumba gallega a 194 de sus 223 tripulantes. Normalmente los comandantes de los buques de guerra no suelen sobrevivir a sus naves, pero en este caso John Valentine Waterhouse sí lo hizo, probablemente por encontrarse en la superestructura de su buque, allí donde mayores probabilidades de superviviencia había.

Otra acción letal

Esta nueva arma había sido empleada el 25 de agosto de 1943 contra otra flotilla británica, aunque sólo algunos daños le fueron infligidos a los buques HMS Landguard y HMS BiIdeford, permitiendo así al Egret su paso a la Historia. La más letal de las acciones en las que esta nueva arma se vio envuelta fue el hundimiento del transporte Rohna, con más de mil soldados americanos muertos, el 26 de noviembre de 1943 en el Mediterráneo. Como todas aquellas armas desarrolladas por la Alemania nazi, este misil, que se dirigía a distancia desde un aeroplano, llegó tarde y ni siquiera pudo ralentizar la consecuencia de aquella locura. Por suerte para los alemanes, pues los aliados a su vez desarrollaban a marchas forzadas su propia arma maravillosa, y esta sí que era definitiva por sus consecuencias: la bomba atómica, que llegó tarde para los alemanes pero sí a tiempo para desgracia de Japón.

naufragios de la costa da morte