Amigos de los perros

CARBALLO

10 abr 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Cuenta Araceli Vila, alma máter de los Amigos de los Perros (genial nombre el de la protectora carballesa) que cada vez encuentran más animales abandonados, que las razas empleadas por los cazadores vuelven a ser mayoría y que la crisis, siempre la maldita crisis, ha hecho caer en picado el número de adopciones. Y aquellos a los que les gusten los perros, los animales, los seres vivos en general, entenderán (entendemos) que Araceli se desespere cuando ve su refugio lleno, cuando se pasa noches sin dormir pensando en cómo alimentará al día siguiente a todos sus inquilinos perrunos o dónde va a alojar a los nuevos cachorros que a diario se encuentran en las cunetas y corredoiras de Bergantiños.

Aquellos que sepan lo que es la empatía, aquellos que respeten a los seres vivos y aquellos a los que la conciencia todavía les sepa decir lo que está bien y lo que está mal se preguntarán, como ayer se preguntaba Felisa Cancela, la nueva «mamá» de Ron, el simpático perro que abandonaron en Laxe, qué clase de desalmado (ella utilizaba una palabra malsonante que suscribo, pero no me atrevo a reproducir) abandona a un animal y regresa a su casa como si nada hubiese pasado.

Los amigos de los perros, los que respetamos a los cánidos como a los seres humanos, no entendemos que para muchos sigan siendo un capricho que pueden tirar a la basura cuando se hartan de ellos, no comprendemos que todavía haya demasiados irresponsables que no cumplen las leyes y tienen a sus mascotas sin microchip, nos preguntamos por qué los mandatarios de turno no hacen cumplir esas leyes que ellos han aprobado o por qué el maltrato animal no se investiga como se investiga el maltrato humano. Porque no olvidemos que el abandono también es una vejación y quien maltrata a un animal probablemente acabe haciendo daño a los que tiene a su alrededor. Unos desalmados. Por no decir algo peor.