«Non podo deixar este vicio»

CARBALLO

ANA GARCIA

A los 81 años, Vicente Carril lleva 34 al frente del Camariñas y, para disgusto de su esposa, la idea de abandonar ni siquiera le pasa por la cabeza

11 feb 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Secretario de la cofradía de pescadores y director del Instituto Social de la Marina hasta su jubilación, la vida de Vicente Carril Lema está indivisiblemente ligada a la historia del Camariñas Club de Fútbol. Empezó un poco porque su hijo jugaba de portero y ahora, con 81 años cumplidos, lleva 34 de presidente y ya está pensando en nuevos proyectos, como una escuela de base, porque de abandonar el barco no quiere ni hablar. «É que non podo deixar este vicio. A muller xa me di se non hai máis que fútbol, porque polas noites vou aos adestramentos, as fins de semana aos partidos e despois, se botan o Madrid ou o Barcelona na televisión, para o bar, así que xa está un pouco mosca».

Su club llegó a militar dos temporadas en Preferente y ahora, con el ascenso a Primera Autonómica, pasa otra vez por un momento dulce, aunque eso no significa que todo vaya bien. Carril, dentro de su categoría, advierte un problema del que parecen no querer enterarse los dirigentes de ligas muy superiores. «Nós o que non podemos facer é estar pagando sempre xente de fóra, porque o fútbol, sen a base e sen apostar pola xente de aquí, non ten sentido ningún nin se pode manter no tempo», reflexiona.

Tampoco le gustan los cinco euros por entrada que se cobran en la competición autonómica «porque botan para atrás a moita xente agora mesmo», y recuerda con nostalgia los tiempos en los que el apoyo social y de las Administraciones era mucho más fuerte y no había que hacer tantos números «e poñer a cara moitas veces diante dos amigos» para cubrir el presupuesto.

Aunque el precio a pagar es alto, porque le dedica muchas horas a esta pasión, Carril no entiende Camariñas sin fútbol, «porque vas vendo como os rapaciños empezan, gústalles xogar e pouco e pouco avanzan e fanse cadetes e xuvenís». Al llegar a esa edad, el trabajo se complica, «hai que corrixilos moito, porque vense cousas verdadeiramente alarmantes», pero sigue mereciendo la pena, porque en muchos pueblos pequeños como el suyo este deporte es prácticamente la única alternativa de ocio. Había más, y Vicente encabezó una de ellas, que acabó haciéndose insostenible. «No ano 47 meu pai trouxo unha máquina de cine de Nova Iorque e funcionou ata un domingo do 87 no que tiñamos programada a función, e co conto do vídeo, antes de empezar a película, xa a estaban vendo no bar», recuerda. Ahora, si alguien quiere el viejo cinematógrafo, toda una reliquia, «está en venta e perfectamente coidado, porque dá pena que se perda». A Vicente, de momento, le basta con el fútbol.