Un rompecabezas de amor con una de sus trece piezas en Laxe

ramón rivera CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

El filme «Puzzle love», en el que ha trabajado el montador de cine laxense, nominado en el festival de San Sebastián

21 ago 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Si preguntamos qué es un montador, se podrían dar varias respuestas. Y si la cuestión es cuál es la Masía del cine en España, pocos podrían decirlo. Antonio Gómez-Pan lo sabe bien porque él salió de allí y se dedica a eso. «El montador es el mediador entre el público y el director, es el segundo guionista, da ritmo», explica. De hecho, «un mal montaje puede destrozar una peli», asegura Gómez-Pan.

La Escola Superior de Cinema i Audiovisuals de Catalunya (ESCAC), en Barcelona, es de lo mejorcito en esto del mundo del celuloide estatal. De allí han salido portentos que han triunfado en los Goya, en Sundance o en los festivales de serie A: Venecia, Berlín, Cannes y San Sebastián.

Quizás este joven de origen laxense sea el próximo en subir a recoger el premio en la ciudad vasca por la película Puzzled Love, por la que han sido nominados en la sección Zabaltegi. El primer largometraje de él y de otros 12 compañeros del último año de carrera. Trece puntos de vista sobre una misma historia de amor entre dos estudiantes condenada a terminar. Un proyecto que «empezó sin intención de que saliese a la luz», asegura Gómez-Pan, que se tendrá que acostumbrar a los éxitos, porque su anterior trabajo, el cortometraje Mi amigo invisible, ya fue preseleccionado para los Oscar, los Goya y el festival de Sundance. En Utah (EE.UU.) estuvo en diciembre del 2009, donde conoció a Walter Murch, montador de películas como El Padrino.

Puzzled love, ya ha sido estrenada y quién sabe si pronto llenará salas de cine en toda España. De momento, la cosa no pinta mal si al director de la ESCAC le parece que tiene «una de las mejores escenas del cine español». Casi nada.

Una película de muy bajo presupuesto que ya tiene comprador y en la que Gómez-Pan puede ser creativo, «algo fundamental en mi vida, me volvería mustio» si no fuese así. A él le gusta contar historias «como los trovadores y los cuentacuentos».

Quizás, cuando sus películas triunfen, siga volviendo al Laxe de sus orígenes como hace cada vez que puede para desconectar, para seguir teniendo «el lujo de pasar frío en verano», de ir a Soesto, a los Penedos o a Morelo. Quizás algún día convenza a un director para que todos esos parajes aparezcan en sus películas. O no, porque teme que Laxe «se masifique».

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