«Antes ou despois, todos caen»

J. V. L.

CARBALLO

Un grupo reducido de personas, criados en los ambientes marginales del cinturón urbano de Bergantiños, traen de cabeza a la policía desde hace varias décadas

24 ene 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

La crónica de sucesos de las últimas tres décadas en la comarca de Bergantiños está ligada a una serie de apodos como Ganso, Perolo, Caracagada, Manolete... y a una lista de apellidos López, Noya, Amado, Botana, Rojo, Pombo, Veiga... que se repiten una y otra vez en los atestados policiales, cada vez que se produce un hecho delictivo.

La práctica totalidad de los sujetos que responden a estos nombres proceden de los barrios del cinturón urbano de Carballo y Coristanco y se han ganado un puesto relevante entre los quebraderos de cabeza de la Guardia Civil, por hacer de la falta total de respecto a las leyes, su forma de vida. Crecieron en ambientes marginales marcados por la privación material y la falta total de expectativas de vida y acabaron, en el mejor de los casos, con sus huesos en la cárcel.

La gran mayoría de los hechos por los que fueron detenidos y por los que, en determinadas ocasiones, acabaron en la cárcel, tienen que ver con delitos contra la propiedad. Asaltos a bares, robos de vehículos y máquinas tragaperras, tirones y pequeños hurtos están en la ficha policial de casi todos.

Entre finales de los 80 y principios de los 90, la droga empieza a ganar espacio en este catálogo de actividades ilícitas y se produce el salto al tráfico a pequeña o no tan pequeña escala. Las cosas se van complicando y aparecen los primeros casos de homicidio, como el crimen de Pontedona, que nunca se ha llegado a clarificar por completo o el asesinato a palos del propietario de la cervecería Casino, ocurrido en octubre del 94.

Los guardias empiezan a estrechar los cercos y lo que antes era una chiquillería de robar un coche con 15 años para hacer un par de trompos, se transforma en un delito penado con la cárcel. Las detenciones y las condenas se van acumulando y al final llega la cárcel.

Entre los casos más significativos está el de los hermanos López Noya. Entre los dos acumulan un centenar largo de detenciones que empezaron a producirse cuando solo eran unos chiquillo. Juan, alias O Ganso, ingresó en prisión en 2009 y se le empezaron a acumular las condenas. Manuel, conocido como O Perolo, cayó por última vez en marzo del año pasado, al estrellarse su coche cuando escapaba de la Policía Local por Coristanco. Su familia aseguró que había cambiado, pero lo cierto es que aquel mismo día acumuló cinco nuevos delitos.

Otro de los habituales de los calabozos, aunque bastante más joven, apenas era un veinteañero cuando cometió la mayor parte de los delitos, era José Antonio Rojo Pombo, alias Caracagada. Todavía hoy ostenta el dudoso honor de robar cinco coches en cuatro días y el récord de detenciones en el menor espacio de tiempo. Como a tantos otros, una vez que entró en la cárcel le empezaron a sumar penas y aún sigue dentro. Su hermano Francisco también tuvo problemas con la justicia, en la misma época, aunque según el mismo señaló hace unos meses está «calmado» y apartado de esa vida.

El último de los viejos conocidos de las fuerzas de seguridad que cayó en manos de las justicia fue Manuel Amado Botana. La Policía Local de Carballo lo sorprendió robando gasoil en los camiones aparcados en la calle Luis Calvo esta misma semana. Al instruir las diligencias, los agentes se percataron de que tenía una orden de ingreso en prisión dictada por el Juzgado de lo Penal Número 4 de A Coruña, que le obligará a pasar los próximos 15 meses en el penal de Teixeiro. Una circunstancia que refuerza la idea de un guardia de Carballo, veterano en esta lides, que afirma: «Antes ou despois, todos caen».