Crónica | Robado y quemado
25 sep 2003 . Actualizado a las 07:00 h.Hay veces en que el exceso de hospitalidad puede acabar con un disgusto. He ahí el caso de un vecino de Muxía, José Sendón. Propietario de una carpintería en el lugar de Agreiras, en la parroquuia de Moraime, ha sufrido en carne propia la falta de escrúpulos de los aprovechados. Hace poco más de una semana, a las nueve y media de la mañana, al poco de abrir su negocio, un individuo penetró en la carpintería. Se quedó observándolo, y como él su hijo y un empleado, pero no le dio más importancia. Era delgado, alto, y con un visible tatuaje en la espalda. El visitante preguntó a viva voz si quedaba mucho trecho para llegar a Muxía. Con independencia de la respuesta recibida -en realidad está a dos pasos- el sujeto miraba más a su alrededor que hacia el noroeste, que es por donde se baja a la barca. Y vio que el flamante Citroën BX de José Sendón tenía puestas las llaves en el contacto. Visto y no visto, fue salir y escucharse el carburador del automóvil que, para más inri, había sido sometido recientemente a una revisión exhaustiva y aún iba a durar unos años más, salvo que las esferas de gas diesen se empeñasen en fallar, lo que no era probable. Y allá se fue el coche. Puso denuncia pero no había novedades. Un día, dos, tres. Hasta el cuarto, que sonó el teléfono. Era la Guardia Civil. Un automóvil similar había aparecido quemado en A Coruña, en un cruce de la avenida de Finisterre, frente a la puerta de un garaje. El hijo del carpintero allá se fue, y en efecto, reconoció dos hechos incuestionables. El coche era el suyo y ya no volvería a serlo, y el ladrón era el que los agentes habían colocado en una rueda de reconocimiento, un delincuente habitual. Insolvente, claro. No volverá por Moraime.