La fiesta que se organizó en el balneario de Carballo para celebrar las dos bodas de oro fue muy especial. Después de una suculenta comida llegó el momento de la sorpresa. Desde la cocina se abrieron paso dos enormes tartas con sendas velas con el número cincuenta en rojo. Mientras, el resto de los excursionistas gritaban: «Vivan los novios» y «que se besen, que se besen». José estuvo rápido y enseguida le plantó un cariño en los labios de su santa. Más modosos estuvieron Juan y Carmen, que tan sólo se dieron un achuchón en la mejilla. Los asistentes se animaron pronto a cantar. La primera fue de Miliki: «Feliz, feliz en tu día, amiguitos que Dios os bendiga». El disco del antiguo payaso de la tele se quedó corto. En lugar de a mis niños de treinta años podría hasberse llamado perfectamente a mis pequeños de setenta. Sólo les faltó entonar aquello de: «Como me pica la nariz». También hubo momentos para las bromas. Las que más risas provocó fue que las velas fueron de aquellas que no apagan por mucho que se soplen. Por poco se quedan sin aire los abuelos. Menos mal que pararon pronto. La última baza fue una poesía que le escribieron los responsables del balneario. Entre versos y las canciones improvisadas la comida acabó en un gran festejo. Qué llegar a estos años de convivencia no es tarea fácil.