El jabalí

Emilio Sanmamed
Emilio Sanmamed LIJA Y TERCIOPELO

RIBEIRA

03 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Un fatídico año el rey Eneo de Calidón olvidó honrar en los sacrificios a Artemisa y la diosa, ofendida, envió a un jabalí colérico y desmesurado que arrasó cosechas, viñedos y graneros, con lo que el pueblo tuvo que atrincherarse tras las murallas de la ciudad y pasar terribles hambrunas.

Tal era la ferocidad del animal que el monarca no pudo más que pedir ayuda a varios héroes para que cazaran al no cazable jabalí. Estos héroes eran más brutos que la propia bestia y acabaron ofendiéndose entre ellos, matándose y vengándose aún después de cazar al jabalí. Típico de los griegos.

Así que a los ribeirenses, que llevamos eones sin enaltecer la figura de la vanidosa diosa Artemisa, se nos es enviado un jabalí que, como a los habitantes de Calidón, nos ha de dar una lección por nuestro orgullo al olvidarnos de la hija de Zeus. Pero este no es un jabalí como la fiera que asoló el golfo griego de Patras, este no viene a saquear la siega ni a devastar el trigo. Este artiodáctilo ha venido a Ribeira a pasear silenciosamente, sin mirar el móvil, y a cruzar por los pasos de cebra.

Viene este jabalí a ser educado, discreto, a respetar normas de convivencia, dándonos donde más nos duele: haciéndonos ver que hasta un animal puede cumplir una norma tan básica como es «cruzar por donde debe». Tendremos que ser más corteses que el jabalí para aplacar la ira de la deidad. Si los calidonios vencieron siendo más gañanes que el gran cerdo, nosotros debemos de vencer siendo más educados, demostremos al jabalí que sabemos ser tan personas como él.