Cuando crecemos aprendemos que no siempre es tan fácil discernir si una compañía es buena o mala
19 jun 2025 . Actualizado a las 08:49 h.De niños nos advierten muy seriamente de que nos alejemos de las malas compañías, culpables casi siempre a ojos de los mayores de los líos en los que nos metemos. Pero cuando crecemos aprendemos que no siempre es tan fácil discernir si una compañía es buena o mala. Y si de lo que se trata es de política, ni hablamos, sino que se lo digan a Pedro Sánchez. Todo esto viene a cuento, no de la sombra de la corrupción que sobrevuela al PSOE, sino de que acaban de cumplirse dos años de la toma de posesión de los gobiernos municipales.
En realidad, solo dos alcaldes pudieron acceder al cargo el día que tocaba porque los demás tuvieron que esperar a que se resolviera un recurso sobre el recuento del votos, pero para el caso que nos ocupa lo mismo da. La cuestión es que en muchos concellos la investidura estuvo precedida de negociaciones más o menos largas para formar alianzas de gobierno, y transcurrida la mitad del mandato, quizá algunos se pregunten si no estarían mejor solos que mal acompañados.
En Outes el dilema se resolvió por las bravas, con una sorpresiva moción de censura que supuestamente se fraguó en un tiempo récord, mientras que en otros ayuntamientos son más de marear la perdiz. El PP gobierna en Noia, pero a la vista está que no puede fiarse ni de los suyos tras la espantada de uno de sus ediles; en Muros los órdagos de la parte socialista del ejecutivo son públicos y habituales; y también el ejecutivo tripartito de Ribeira ha vivido alguna que otra crisis en estos dos años escasos de travesía conjunta. Con este panorama, en Rianxo estarán pensado que sí, más vale solos.