Por las vías de la comarca de Barbanza, y del territorio nacional, observarán un buen número de vehículos que van dejando tras de sí tóxicos regueros de humo negro
09 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Saben de mi particular aversión hacia la Dirección General de Tráfico, en especial hacia su ínclito virrey Pere Navarro. No es una cuestión de que no crea que deba haber normas que regulen la circulación de todo tipo de vehículos y que estas se hagan cumplir, si no un par de matices importantes: la naturaleza de muchas de esas normas y el cómo hacerlas cumplir.
Para evidenciar el carácter del personaje pongo de manifiesto la fijación en la vigilancia de algunas que —curiosamente— coinciden con aquellas donde es más fácil recaudar y el pasotismo total con otras. Algunos ejemplos. Por las vías de la comarca de Barbanza, y del territorio nacional, observarán un buen número de vehículos que van dejando tras de sí tóxicos regueros de humo negro.
Ya aprovechando esos momentos de observación, comprobarán que un alto número de conductores ignoran la existencia de dos lucecitas traseras y dos delanteras, denominadas intermitentes, que se usan para indicar cambios de sentido, adelantamientos, salidas o incorporaciones.
O paseen un día por el arcén de cualquier vía con algo de tráfico, por ejemplo la que une Boiro con Noia, da igual el sentido, y verán multitud de botes, botellas y otros desperdicios arrojados por conductores y acompañantes con menos cerebro que una ameba.
No hay campañas de vigilancia sobre estos y otros temas. Es más rentable un radar camuflado, un helicóptero que no se ve y ya no te digo un positivo con 0,11 mg/l. Porque ya ni les ruboriza presentar estudios claramente sesgados, cocinar datos o usar de ariete a asociaciones que viven muy bien de sus subvenciones.