«Me too»

José Antonio Ventoso VIDA DESDE FUERA

BARBANZA

RC CELTA

27 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La Liga está dominada por opinadores deseosos de incidir en el partido. En el fútbol, la presión enfermiza de los comentaristas, muchos de ellos a salario de la mayoría sociológica que domina Madrid, les ha llevado a retorcer de tal manera los códigos que rigen los partidos mediante el conocido reglamento, que cualquier encuentro es más complejo que un juicio en el Supremo. Envidiosos de que el fútbol sea un deporte maravilloso en el que ellos no han podido participar, se esfuerzan en hacer que lo odiemos, retorciendo las interpretaciones y consiguiendo que los árbitros las empleen como su abecé.

El caso del Celta es paradigmático; le roban el partido contra el Barcelona con penalti inexistente; le roban el del Madrid con falta inexistente; le roban el de Las Palmas; y le roban el del Girona en una cantada del portero catalán. Es curioso, cuando salta el defensa y le alumbra al delantero es faltita o «penaltito», casi nada; pero cuando el delantero mete el cuerpo al defensa, inmediatamente el árbitro corre a anular el gol porque es un «faltómetro».

Están acabando con el placer de ver partidos. En el baloncesto se pitan 50 personales y nadie dice nada, en el fútbol un defensa carga al delantero y es «lucha por la posición en la zona de tensión de remate». La interpretación del reglamento ha llegado hasta el ridículo de que cuando un delantero tiene el dedo de la mano izquierda, el ojo derecho o mismo los cordones del pantalón fuera de la línea se pita Orsay. Los opinadores se han apoderado del fútbol. Esto es peligroso, ya que permitirá a los perdedores, de uno u otro color, negarse a dar el consentimiento de la derrota.