Araíz de las alegaciones presentadas por la organización conservacionista WWF (World Wild Found for Nature, en inglés), al expediente presentado por Mexillón de Galicia para obtener el sello azul MSC (Marine Stepwardship Council ), que identifica aquellas pesquerías que cumplen los requisitos de buenas prácticas establecidos por la FAO y la asociación mundial para estándares de sostenibilidad, Iseal, anda la costa gallega revuelta. De hecho el Consello Regulador ha retirado su tramitación acusando a los ecologistas de coacciones y chantaje.
En estos temas quizás la prudencia es más importante todavía que en otros ámbitos. Se está jugando con la imagen pública de un producto de reconocida solvencia comercial a nivel nacional e internacional. Y, posiblemente, habría que haber analizado bien las repercusiones y riesgos de presentar tal solicitud; entre ellos el de alegaciones como esta.
El sector conoce, porque es algo viejo, las voces de alarma sobre los puntos que incide ahora WWF. La Xunta de Galicia también. Por eso me sorprende la reacción de asombro y extrañeza del sector. Ya hubo informes biológicos que hablaban de esos puntos clave de riesgo: posible saturación por monocultivo (principalmente en la ría de Arousa), efectos sobre el ecosistema del aprovisionamiento de cría y acumulación de heces y pseudoheces en los fondos marinos (asunto sobre el que el propio Fraga Iribarne, siendo presidente de la Xunta, estuvo interesado). Y es verdad lo que dice el informe, poco o nada se ha hecho sobre el tema en las últimas décadas. Por eso quizás fuese más oportuna una reflexión seria que una crítica exacerbada.