Los gimnasios de Barbanza se desangran: «Es una pena y una ruina»

Álvaro Sevilla Gómez
Álvaro Sevilla RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

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Dueños de instalaciones de la comarca ven una situación que, de durar, los aboca a desaparecer

22 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Si los problemas se solucionasen bajando la persiana, muchos ya lo habrían hecho. Pero no, no es tan fácil. Así lo explican los responsables de algunos de los gimnasios de Barbanza, quienes se enfrentan a un nuevo golpe, el enésimo, y este los ha puesto contra las cuerdas. Clases de cuatro personas y un monitor, aforo reducido del 50 % y un posible adelantamiento del toque de queda hacen inviable la supervivencia de unos negocios que, manifiestan, son totalmente seguros.

«Es una pena y una ruina. Hay gente de Rianxo, A Pobra y Ribeira que entrena aquí. He perdido 60 socios desde diciembre», asegura Kike García, del Korporis Gym: «Ves la facturación de enero del pasado año y la de este, y es para llorar. Bajó sobre un 60 %, pero los gastos e impuestos no han descendido». Su cruda situación no dista de la del resto de colegas de la comarca.

Marlene Riffo, del estudio de pilates Harmony, en Ribeira, reconoce que el golpe todavía duele: «Lo que más me ha afectado ha sido el toque de queda. He tenido que eliminar los grupos de noche, que son para gente que sale tarde de trabajar. Estamos al 30 %. Tratamos de aguantar y resistir y no tener la idea de cerrar, pero sí, se te pasa por la cabeza».

En lo que concuerdan todos los profesionales del deporte es en que resulta imposible hacer viable una clase dirigida con cuatro alumnos y un monitor. «Que me expliquen como se paga un técnico con solo cuatro usuarios. Creo que ya no pensamos en ganar dinero, sino en perder lo mínimo posible», afirma Juan Luis Martínez, del Natural Sport de Ribeira, quien dice: «Este es un confinamiento encubierto, como el de la hostelería. Echamos en falta apoyo político».

Monitores, en ERTE

La manera de evitar el cierre de las instalaciones ha sido que los trabajadores entren en ERTE, situación a la que se está abocando a todo el colectivo. Martínez explica que, en su caso, un monitor y una limpiadora están a media jornada: «No tenemos gente, no tenemos horas. Estamos intentando mantener los puestos de trabajo hasta que podamos. Pero venimos ya desde mayo aguantando, arrastrando esta situación de no perder dinero y ahora, cuidado, van a empezar a cobrar los préstamos ICO y estamos aún peor».

El mayor temor para Kike García es que adelanten el toque de queda a las ocho o seis de la tarde: «Sería una estocada final. Cuando nos cerraron a las diez ya perdimos gente, y además ahora se concentra más en menos tiempo, que es peor de lo que había». En su caso, los cierres perimetrales también hicieron mucho daño: «Tengo clientes de la tienda de nutrición de Santiago, Pontevedra y Vilagarcía. A esos ya los perdí todos». En su caso, una de las trabajadoras está en el ERTE, mientras que la otra sigue en el gimnasio: «La otra opción es abrir y cerrar yo y estar dentro las 16 horas, pero ni así ganas dinero».

Para Dani Torrado, del Ozono Boiro, la reducción de los grupos ha sido también un golpe, así como el cierre de los vestuarios: «Genera incomodidad y bajas. Esperamos que esto pase pronto». Marlene Riffo se agarra al mismo clavo ardiendo: «He resistido y voy a tratar de resistir. Este era un negocio realmente bueno y queremos sostenerlo mientras podamos». Aunque todos optan por aguantar y seguir luchando, no faltan los días en que las fuerzas desfallecen. «Vamos a ver hasta dónde podemos aguantar, y a ver cuántos pueden», cierra Martínez.

Iván Parada: «Si ponen toque de queda a las seis o a las ocho nos planteamos el cierre»

La situación no es para nada sencilla para el sector de la preparación física. Tampoco para Iván Parada, quien en mayo del 2019 abrió su gimnasio Kempo Barbanza, ubicado en el barrio ribeirense de Abesadas. Sigue aguantando con todo el personal, pero los problemas crecen, y las soluciones no llegan.

El cierre perimetral de los concellos también ha sido el primer golpe: «Un niño de Porto do Son o de A Pobra ya no puede venir a entrenar y así ya hemos perdido a muchos». Lo que tiene claro es que «si ponen toque de queda a las seis o a las ocho nos planteamos el cierre directamente». Afirma que los gastos se acumulan y que el protocolo que usaban hasta la fecha funcionaba: «No tuvimos un solo caso. Fuimos más restrictivos que la propia ley». El barbanzano afirma que «se ha ido muchísima gente y el año pasado perdimos entre un 40 y un 30 % de la facturación en comparación con el 2019, y eso que abrimos en mayo».

Chema Salanova, Maniotas Noia: «La facturación cayó un 50 % y con estas restricciones a ver cómo quedamos»

Chema Salanova analizó en varias ocasiones la posibilidad de echar el cierre. Lo frenó «que nuestra gente pueda tener un sitio en el que entrenar. La facturación cayó un 50 % y con estas restricciones a ver cómo quedamos». Aunque crítico, el noiés se solidariza con los sanitarios: «La salud es lo primero, no cabe duda. La tercera ola es demoledora, pero el deporte es parte de la solución».

Afirma que en su centro no hubo ni un solo caso de covid y destaca que «la gente que viene a un gimnasio tiene que cumplir unos protocolos, desde el pequeño al mayor. Donde no están controlados es cuando los chavales van a jugar a una pista. No hay interés por hacer las cosas bien».

Afirma que el golpe que sufrirán los centros de entrenamiento va «a ser muy difícil de recuperar. A ver cuando volvemos a la normalidad y en qué condiciones». Eso sí, envía un mensaje de optimismo: los socios siguen apostando por el deporte.