La lucha contra el furtivismo de bañador en Barbanza: «Unha muller espetounos que coller berberechos íalle ben para o estrés»

Jose Manuel Jamardo Castro
j. m. jamardo RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

MARCOS CREO

Los mariscadores de la comarca pelean para acabar con una práctica que atenta contra su medio de vida

10 sep 2020 . Actualizado a las 12:42 h.

Pasar una tarde de playa y regresar con la comida del día siguiente resuelta era algo bastante habitual en algunos arenales de la comarca. Sin embargo, con la profesionalización del marisqueo la situación cambió. Ahora está prohibido coger cualquier tipo de bivalvo, aunque todavía hay gente que se resiste a no hacerse con un «puñado de berberechos para facer un arrociño». Las cofradías tienen que lidiar en la época estival con decenas de personas conocidas como los furtivos de bañador, que intentan esquivar a los vigilantes y llevarse como trofeo marisco recién extraído.

Los arenales más castigados por los bañistas son sin lugar a dudas los de Boiro. Cientos de kilos desaparecen todos los meses de las concesiones de la cofradía de Cabo de Cruz, a pesar del ingente esfuerzo que hacen los productores de la entidad para impedir las actividades ilícitas de veraneantes.

La presidenta de la agrupación, Charo Vázquez, destacó que todos los años tienen que pelear con un pelotón de bañistas cuyo objetivo es hacerse con su marisco: «Este ano tivemos unha cantidade similar a outras ocasións e iso que veuse menos xente nos areais, quizais debido ao coronavirus. Aínda así, temos que pelexar a diario para que non leven o noso bivalvo».

El colectivo de a pie del pósito crucense puso en marcha el año pasado una novedosa iniciativa que consistía en la contratación de un grupo de auxiliares para que vigilasen y controlasen a los furtivos de bañador. Fue un éxito. Este año volvieron a hacer lo mismo y desde el 21 de junio hasta el 21 de este mes, 12 vigilantes, cuatro guardapescas y ocho auxiliares, patean todos los días las playas para impedir que los bañistas se lleven el marisco.

Charo Vázquez comentó que estas personas informan a los infractores de que no pueden coger el material y deben dejarlo en su sitio. «Moita xente enténdeo pero outra non, polo que teñen que chamar aos gardas rurais e en algunha que outra ocasión á Garda Civil», apuntó.

Reincidentes

En aguas boirenses, los vigilantes ya tienen controlados a numerosos reincidentes, incluso de un año para otro. También hay muchos que ponen todo tipo de excusas. «Desconocía que se podía coger marisco o solo es un puñadito para llevar para casa», explicó un vigilante. Sin embargo, otros son casi unos profesionales: «Algunos nos controlan y van detrás de nosotros. Cuando no nos damos vuelta, se agachan para coger bivalvo. Otros lo dejan escondido detrás de unas piedras o incluso en el monte».

Las hay para todos los gustos. La semana pasada, una mujer cuando le llamaron la atención les contestó que ella solo se dedicaba a limpiar la basura en la playa: «En la mano llevaba una botella pequeña de agua llena de berberechos».

La Policía Local de Carnota ha tenido que ampliar sus funciones en los últimos tiempos. Y es que en las inmediaciones del arenal de Boca do Río hay bastante berberecho y en verano los visitantes en bañador se dedican a coger este delicioso producto.

Todos los días y si coincide la marea baja, los agentes tienen que dispersar entre diez y quince personas que están recogiendo bivalvo. Bajan con la sirena puesta y desaparecen. Sin embargo, cuando cogen a alguien con las manos en la masa, hay disculpas para todos los gustos. «Unha muller espetounos que coller berberechos íalle moi ben para o estrés, pois non ten que facer en toda a tarde. Outro, que era só un puñado para facer un arrociño», contó un agente.

Unas cincuenta denuncias puestas este verano en Boiro

Los vigilantes de la cofradía boirense se las ven y desean para luchar contra el furtivismo de bañador. A pesar de que hay muchos que son espontáneos, también los hay que ya son casi profesionales. Según un Guarda Rural, «los hay que son unos habituales. Este verano hubo un matrimonio que ya lo sorprendimos en varias ocasiones».

En los primeros días de mes, el buen tiempo está provocando que todavía haya mucho público en los arenales: «El domingo sorprendimos a cuatro personas. Las identificamos para sancionarlas, pero una nos dio los datos falsos».

En los últimos meses, según los vigilantes titulados, han sancionado a alrededor de 50 infractores, algunos de ellos reincidentes.

El perfil de estos ilegales es de personas de más de 50 años y la «mayoría gallegos, aunque también los hay del norte de España, Madrid y Valladolid», apuntan.

Otro grupo de ilegales que suele bajar con frecuencia a los arenales son vecinos de la localidad. Según los vigilantes, algunos dan bastante lata porque afirman que el mar es de todos y que se llevan un poco marisco. Sin embargo, también reconocen que hay bañistas que lo entienden y lo devuelven al mar.

Arenales controlados y vigilados por las propias productoras

Un kilo de aquí y un kilo de allí durante todo el verano puede ser una cantidad importante. Las productoras de Muros y Noia cuentan con grandes zonas de concesiones que en la época estival son muy frecuentadas por los bañistas. A pesar de que en sus arenales hay grandes cantidades de bivalvo, en las cofradías de ambas localidades afirmaron que el turismo de bañador, de momento, no es preocupante, aunque reconocieron que siempre hay gente que no se resiste a hacerse con un puñado de berberechos o almejas.

Fuentes del pósito muradano indicaron que hasta el momento el problema lo atajan bastante bien pues no suelen tener muchas complicaciones. «Temos oito vixiantes que controlan os areais e cando vemos a alguén collendo marisco explicámoslle as cousas e a maioría desiste», apuntaron.

La presidenta de la agrupación de Noia, Marisol Amado, dice que diariamente tienen ocho personas vigilando dos horas antes de la bajamar y cuando observan a alguien cogiendo marisco, «dicímosllo, e non hai problema».

El patrón mayor de Rianxo, Miguel Iglesias, precisó que les preocupan más los furtivos organizados que los de bañador.