El virus de la ignorancia

Alberto Carballo Cortés BUZÓN DEL LECTOR

BARBANZA

10 jul 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Sancho explica: «Gente forzada del rey, que va a las galeras». «¿Cómo gente forzada?», pregunta don Quijote. «¿Es posible que el rey haga fuerza a ninguna gente?». Cuando se topan, Don Quijote y Sancho, con una cadena humana de condenados a gurapas (galeras), es decir, a una muerte más que probable empujando de sol a sol la palamenta de las embarcaciones, es cuando Miguel de Cervantes, en voz de don Quijote, expone su humanismo impropio de la época: «Allá se lo haya cada uno con su pecado; Dios hay en el cielo que no se descuida de castigar al malo ni de premiar al bueno, y no es bien que los hombres honrados sean verdugos de los otros hombres».

A este genio del siglo XVI es al que le atacaban los virus de la ignorancia, que son los más difíciles de erradicar, ya que no existe ni existirá vacuna o pastilla que acabe con él. Las turbas con antorchas todo lo confunden, ven la estatua de un hombre vestido como hace 400 años y puede ser un esclavista o un santo. Para ellos el hábito hace al monje, como diría el adicto a los refranes Sancho Panza.

Miguel de Cervantes es uno de los grandes escritores del mundo, tiene un lugar en el Parnaso del Olimpo, pero su vida y actos son los de un hombre justo y bondadoso que la vida castigó de forma inmerecida. Ahora, quienes no saben que el Manco de Lepanto fue esclavizado y preso en Argel, se atreven a ensuciar con pintura roja su estatua, ya que nunca podrán manchar su memoria, humanismo y genio inmortal. Alberto Carballo Cortés