Somos gilipollas

Estevo Silva Piñeiro SOSPECHOSO HABITUAL

BARBANZA

30 dic 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Cada día que pasa lo tengo más claro: somos gilipollas. Sobran los motivos para comprobarlo, pero la última moda de las luces de Navidad lo confirma. Todo el mundo quiere ver luces brillantes, ignoro si por carencia de las mismas en propiedad o por algún tipo de complejo de Peter Pan. Yo mismo he caído en sus luminosas redes, por pura casualidad, sí, pero me detuve a mirar como el gato al que dan las largas.

Nos excusamos para tanta memez en los niños y el comercio local, ese mismo comercio al que abandonamos cada vez más por las grandes superficies o por la compra virtual. Ya casi nadie se acuerda del comercio local hasta que necesita unos calzoncillos de urgencia o hasta que llegan las Navidades. Y los niños, si nosotros no se lo recordamos, no preguntan por ellas; los niños van a lo suyo.

El alcalde de Vigo, precursor de este colorido populismo, ha encontrado un filón electoral al que no han dudado en apuntarse cientos de regidores del Estado en estúpida competición. Y no es que el dispendio sea pequeño, que va, cuestan un verdadero pastizal que se podría utilizar en mil cosas más útiles y provechosas, pero, por alguna razón, ese dinero no duele. Creo que necesitamos estas semanas de fraternidad e hipocresía como un buceador necesita el oxígeno. Acumulamos tantas hieles y lodos a lo largo del año que la gente necesita quererse, y esas lucecitas por todo el pueblo no cesan de recordarnos que debemos ser felices aunque el mes que viene estemos sin un pavo a día 12. Somos gilipollas, sí, y muchas veces a conciencia. Supongo que forma parte del juego.