La violencia de género

Juan Ordóñez Buela DESDE FUERA

BARBANZA

20 ago 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Si aterrizara entre nosotros alguien que viniera de lejos, poco al tanto de las actuales lacras humanas que abruman a nuestra sociedad, si nuestros abuelos levantaran la cabeza, les asombraría oír que una de las principales lacras es eso que suelen llamar violencia de género, aunque los más acertado sería quizá llamarlo violencia doméstica, pues en la casa arranca y el fracaso de la convivencia se origina. Cuesta creer que aún existan energúmenos que no solo infligen malos tratos a sus parejas, sino que llegan a lo peor que puede hacerse contra un ser humano: quitarles la vida.

Siglos de cultura, de supuesta evolución moral, no han servido de nada. Es decir, han servido para seguir mostrando al desnudo la crueldad y la estupidez que todavía nos caracteriza. En el fondo de estos hechos suele haber un sentimiento de inferioridad del varón, que no tolera que la realidad le apee de su pretendida superioridad de macho, que no de hombre en todo el sentido de la palabra.

El hombre de neandertal que inventó el garrote no debería haber nacido. Cuando levantó la tranca por primera vez, la humanidad dio paso hacia la sofisticación de la muerte ajena. Primero fue el palo y tiente tieso, que luego evolucionó hacia el arma arrojadiza, lanza, arco, ballesta, etcétera.

Siempre ha habido mentes con institutos homicidas más desarrollados que el resto de sus congéneres que han dedicado su vida a la convivencia, pero la violencia de género sigue creciendo.