Desterrado por pegarle a un vecino

Ana Lorenzo Fernández
l. sarmiento RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

Vista general de Mazaricos en una imagen de archivo
Vista general de Mazaricos en una imagen de archivo alvite

Una sentencia obliga a un mazaricano a abandonar su aldea porque debe estar a 100 metros del hombre al que golpeó

14 nov 2018 . Actualizado a las 11:22 h.

Un problema con los lindes de unos terrenos. Ese fue el motivo que, a finales de mayo del 2013, hizo que dos vecinos del núcleo mazaricano de Abeleiras se enzarzaran primero en una discusión verbal que, cuando se volvieron a cruzar, acabó llegando a las manos. Según quedó probado en el juicio celebrado hace ahora un año en el Juzgado de lo Penal número 1 de A Coruña, «sin mediar palabra», el imputado comenzó a golpear en la cara y el cuerpo al otro hombre, para lo que se valió de una vara de madera. A continuación, lo tiró al suelo, donde le siguió pegando e incluso le mordió en un brazo y una mano, y le agarró fuertemente del cuello, momento en el que apareció otro residente en la zona y lo separó.

Como consecuencia de la paliza, el agredido tuvo que permanecer más de dos meses hospitalizado, con varias costillas rotas, heridas en la cara y el cuello cabelludo y algunos dientes afectados. A la vista de los hechos, el juez emitió una sentencia -el 10 de noviembre del 2017- en la que condenaba al imputado a dos años y medio de cárcel, al pago de una indemnización de cerca de más de 30.000 euros, así como a la prohibición de acercarse a menos de 100 metros de la víctima, de su domicilio o lugar de trabajo y a comunicarse con él por cualquier medio durante el plazo de cuatro años.

 Seis meses menos

Este fallo judicial obligaba al imputado a abandonar su residencia, puesto que vive en frente del agredido, motivo que le llevó a recurrir la sentencia, que ahora acaba de ratificar la Audiencia Provincial, y que solo ha modificado en un punto: en lugar de dos años y medio de cárcel, le reduce la condena en seis meses menos «dada la edad del autor, septuagenario».

Por lo tanto, en los próximos días el agresor deberá dejar su casa y también la aldea, debido a la pequeña extensión de este núcleo mazaricano. El abogado de la acusación particular, Francisco Gandarela, se mostró contento con la sentencia, y explicó que su cliente se sentía muy aliviado, puesto que a raíz de la agresión sufrió un trastorno depresivo «porque tenía miedo de que le volviera a pegar».