El impacto del marisqueo

Francisco Pérez PRESIDENTE DE NOIA HISTÓRICA

BARBANZA

16 sep 2018 . Actualizado a las 13:50 h.

Estamos muy acostumbrados en Noia a hablar de lo que puede significar la industria conservera para Boiro y Ribeira, sin a veces darnos cuenta de que nosotros también tenemos nuestra industria particular, yo diría incluso que más importante que las citadas. O al menos, quizás, de más peso económico para la comarca que las grandes conserveras barbanzanas para sus respectivos concellos. Me refiero a la cofradía de Noia y sus bancos de marisqueo.

Que nadie me malinterprete. No quiero quitar ni un ápice de importancia a esas grandes empresas de la zona, que sin duda también tienen una gran influencia económica, no solo en sus propios municipios, sino también en ayuntamientos limítrofes como Rianxo, A Pobra, Noia, Outes o Lousame. Muchos vecinos de aquí están en sus plantillas. A lo que me refiero es a que el impacto que tiene la campaña del marisco en Noia no es menos importante para la economía local del que pueden tener esas grandes empresas conserveras allí.

Y digo esto porque, siempre bajo mi humilde opinión y análisis, se dan una serie de circunstancias que definen ese impacto económico. La campaña marisquera funciona en Noia y su comarca como una absoluta máquina de distribución de renta, permitiendo a determinados ciudadanos elevar sus posibilidades de consumo a un nivel que de otra forma no sería posible. Y además, se da la circunstancia de que esos ingresos caen precisamente, en su mayor parte, en familias de aquí que destinan ese incremento a realizar un auténtico consumo, con todo lo que esto significa.

Por tanto, en las circunstancias actuales y con los condicionantes de la economía actual, ¿puede existir alguna otra variable que tenga un impacto similar en la economía local? Pues sinceramente creo que no. Sin duda, algunos otros factores como pueden ser el acceso al crédito tendrán también su repercusión en el desarrollo del municipio, pero no creo que sea tan representativo.

Las preguntas que surgen a continuación son: ¿A dónde va ese consumo? ¿Se queda en Noia? Al menos deberíamos intentar que así fuese.