Nada me gustaría más este lunes que poder loar el ascenso del C.D.Boiro a Segunda B pero, al contrario que el inclasificable periodista llamado Hermann Tertsch que es capaz de hacer una crónica apocalíptica sobre una huelga general un día antes de que esta se produzca, uno no tiene el don de la clarividencia y tiene que aferrarse a la espera y la esperanza. Sería genial poder anticiparse al devenir de los acontecimientos futuros y poder prepararse para lo que estuviese por llegar, ya sean malas noticias como la probable nueva recesión del dos mil diecisiete -con su correspondiente rescate bancario-, o buenas nuevas como el descenso a los infiernos de la audiencia del casposo programa de Bertín Osborne o, por ejemplo, la abolición de tradiciones más dignas del tiempo del santo oficio que de este, como la del toro de la vega.
Uno es propenso a la crítica, pero tiene que reconocer que en muchos aspectos nuestra comarca está muy por delante en cuanto a comportamiento civilizado se refiere con respecto a multitud de puntos del estado, que justo ahora comienzan a hervir con sus arcaicos y crueles festejos taurinos. Por el contrario, hace escasas semanas el pleno del concello de Boiro aprobó al fin, y por unanimidad, la moción de hacer al pueblo libre de circos con animales, tema del que hablé hace unas semanas y que todavía alguno de nuestros conciudadanos considera «tonterías de come hierbas». Pues este omnívoro cree firmemente que son primeros pasos hacia un futuro mejor y una buena razón para sentirnos un poco más orgullosos del lugar al que pertenecemos.