Por decreto

Alicia Fernández LA SEMANA DE...

BARBANZA

14 dic 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Quienes peinan canas recordarán que hace algún tiempo gobernaba este terruño un tío bajito y de voz chillona que, quizás por ello, el noticiario del régimen siempre nos lo mostraba a caballo y con lustroso uniforme cargado de chatarra. Pues bien, cuentan que a su señora esposa —y a otras señoras esposas de la camarilla— les molestaba ver por las calles a una especie que proliferaba en aquella España hambrienta y deshilachada: los mendigos. Que uno incluso hacía fino sentarlo en la mesa por Navidad pero que tantos, sucios y blasfemando su suerte en arameo, afeaban las ciudades. Y como sus deseos eran órdenes para su marido, el de El Ferrol se puso manos a la obra para acabar con la mendicidad.

No optó por abrir España al exterior, favorecer la inversión y el desarrollo, menos aún por democratizarla. Ya no te digo por el reparto justo de la riqueza. Con esas medidas llevaría años acabar con la pobreza. Él quería algo más expeditivo y efectivo. Buscaba rozar el milagro, que para algo iba bajo palio. Llamó al ministro de turno y le dictó un nuevo decreto: queda prohibida la mendicidad. Hambre, lo que se dice hambre, se siguió pasando por un tubo pero su señora y demás legionarias del rosario ya no veían a quienes la sufrían.

Ahora otro gallego, espigado y desgarbado. Con voz grave y uniforme, pero sin medallas, ha decretado el final de la crisis ¡con dos bemoles y más cara que un saco de sellos! Es más, somos la Alemania del sur y un ejemplo para toda Europa, han entonado sus palanganeros y muñidores ¿Pero en qué país viven estos sinvergüenzas? A saber, seguimos teniendo cinco millones de parados, que serían más de seis si no fuese porque en los últimos años un millón de españoles, sobre todo jóvenes cualificados, han emigrado ante la falta de expectativas.

Tenemos los salarios más bajos de Europa y pagamos los impuestos más altos. Los niveles de corrupción nos sitúan en el tercer mundo. Para rematar tan idílica realidad dos apuntes de unas reconocidas organizaciones anti sistema: The Financial Times y el Consejo General del Poder Judicial. El primero publicó hace unas semanas que España, con una deuda del cien por cien del PIB (cada gallego debe entre la autonómica y la del Estado casi 25.000 euros) camina hacia el abismo y que será necesario plantear quitas ¿les suena? El CGPJ afirma que en el tercer trimestre de 2014 los desahucios han vuelto a aumentar un 7,3 por cien. Decenas de miles de familias que quedan fuera del sistema cada año.

Otro ejemplo más de este país tan puntero, democrático y justo. Ayer las páginas de este periódico se hacían eco del caso de un boirense, emigrante retornado de Suiza, al que Hacienda ya le ha requisado 10.000 euros y al que aún puede reclamarle otros 30.000. Su delito ha sido marcharse a trabajar al extranjero durante décadas, mandar dinero para su tierra, sufrir una grave enfermedad y que se le reconociese una invalidez por ella ¿Si vamos tan bien por qué hay que robarles la cartera a los emigrantes, a los dependientes, a los niños, a los ahorradores, a los autónomos y demás, señor Rajoy?