Año nuevo, vida remendada

Alicia Fernández LA SEMANA DE...

BARBANZA

12 ene 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Ahora que muchas personas están haciendo propósito de enmienda, o iniciando proyectos que durarán el tiempo que llevó idearlos, una servidora se plantea como objetivo para el recién estrenado año que en esta columna tengan cabida más asuntos positivos que en el pasado. Mirar, en la medida de lo posible -que por las venas corre sangre y no gaseosa-, hacia hechos y personas que aporten esperanza en este lúgubre terruño, estercolero hediondo si lo prefieren, en que han convertido la vieja y ahora denostada España. Vamos, que la pandilla de atracadores, piratas y desalmados que manejan los hilos de las marionetas no sean quien de quitarnos una sonrisa. Aunque sea de vez en cuando.

Todo tiene su lado positivo. Incluso los temporales, que provocan daños pero remueven las aguas, las oxigenan y limpian los fondos fangosos; condiciones que favorecerán la eclosión vital en primavera.

Terminábamos el año con bastante pesimismo, pero seguro que a nuestro alrededor sucedían cosas que pueden ayudar a levantarnos el ánimo. Es verdad que la crisis ha desnudado el Estado de bienestar, convertido ahora en un esqueleto maltrecho, pero también lo es que ha hecho aflorar el aspecto más solidario y generoso de miles de personas. Que en su mayor parte tampoco están para tirar cohetes pero que comparten lo que tienen o dedican su tiempo a suplir a unas Administraciones que solo lamen sus heridas y amamantan a sus lobeznos insaciables. Y de forma anónima, sin buscar más reconocimiento que el de su conciencia ciudadana.

Están entre nosotros: en la comarca, en Galicia y en toda España. Se pueden llamar Cáritas, Cruz Roja, plataformas anti desahucios, asociaciones de todo tipo o personas que a nivel individual aportan su grano de arena. También aquellas que aportan dinero, alimentos, ropa o juguetes, a veces restando de la propia comodidad. Todas ellas sí que serían merecedoras del premio Príncipe de Asturias de la Concordia u otro por el estilo, que no hace falta ir tan lejos a buscar candidatos. O que se inventen uno ad hoc.

Está claro que con el año nuevo no podemos aspirar a una vida nueva. Pero, como antaño, podemos echarle unos buenos remiendos a la que tenemos e ir tirando. La época de cambiar por nuevo cada dos por tres se ha terminado y, en parte, tampoco está mal. Hay que restaurar y reciclar. Aprovechar y sacar más rendimiento a lo poco que hay. Para los más jóvenes es más difícil porque solo han conocido la abundancia, pero para las personas que tienen cierta edad es volver a la dinámica que marcó su infancia ¿Éramos menos felices antes? No, porque se iba de menos a más. Ir de más a menos es doloroso y crea frustración, sensación de derrota. Quizás el principal problema al que deba enfrentarse la sociedad española a corto plazo sea el desánimo de toda una generación, algo que será más difícil de superar que la propia crisis económica.