Comprar se volvió una fiesta

María Hermida
maría hermida RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

Una ludoteca entretuvo a los críos en Noia.
Una ludoteca entretuvo a los críos en Noia. m.?c.< / span>

Comercios de Noia y Boiro hicieron sentir como reyes a sus clientes

17 nov 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Ir de compras es un placer como pocos. Al menos lo es para muchas personas. Si ese deporte tan atractivo, el de «busco, busco, busco entre los trapos» al que tanto cantó Mecano, se practica en sitios donde el comercio pone en marcha iniciativas consistentes en ofrecer descuentos, degustaciones y donde incluso los papás y mamás pueden mirar a gusto la mercancía mientras los pequeños van a talleres o a una ludoteca, eso ya no es solo un placer: es casi como tocar el cielo con las manos. Pues en ese paraíso anduvieron quienes ayer se dieron un garbeo por las zonas comerciales de Boiro y Noia, donde se pusieron en marcha la Noite Aberta y el Sábado Negro.

La mañana de ayer, por gélida, no invitaba demasiado a salir a la calle. Pero el anuncio de las iniciativas comerciales boirense y noiesa sacaron a muchos del calor del hogar. Así que, ya de mañana, se notó ambiente en las tiendas. Entre ambas localidades, había 80 comercios con descuentos. En su mayoría eran del 20%. Pero había interesantes excepciones. En el caso boirense, por ejemplo, una visita a la calle peatonal y la avenida de la Constitución llegaba para encontrar, sobre todo, ropa de niños y de bebés con el precio reducido hasta en un 50%.

En buena parte de los establecimientos, además, se premiaba a los clientes con viandas de todo tipo. Cava, turrón, pastelitos, magdalenas, golosinas, embutidos, castañas... Los mimos llegaban a tal punto que, mientras uno miraba vestidos, bolsos, zapatos o joyería no podía evitar sentirse un pelín protagonista de esa escena del cine en la que Ricard Gere conmina a los dependientes de una tienda a hacerle la pelota a Julia Roberts en la inolvidable Pretty Woman.

Experiencia positiva

Solo con ver observar el trajín que había en buena parte de las tiendas, tanto en las de un municipio como en las de otro, uno podía imaginarse el parecer de los comerciantes. Al preguntarles, se confirmaban los pronósticos. «Estamos contentos», repetían unos y otros. En algunas tiendas, las encargadas de atender a los clientes estaban especialmente entusiasmadas, como en un comercio textil, donde decían: «La verdad es que nos encanta esta iniciativa. Nosotros tenemos aquí pasteles para recibir a quienes entren a comprar, ojalá vengan muchos».

Al cierre de esta edición, en los comercios y calles todavía quedaba lo mejor: las tiendas abrían fuera del horario normal y había una programación cultural que quitaba el hipo.