Vilagarcía pelea foco a foco contra los rebrotes del incendio de Xiabre

Serxio González Souto
Serxio González VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

Aunque con menor intensidad, el fuego, que ha devorado ya 450 hectáreas, sigue amenazando varias aldeas, mecido por el viento. Una chatarrería resultó completamente arrasada por la noche, y una empresa metalúrgica se salvó por un suspiro

05 ago 2022 . Actualizado a las 19:20 h.

A las siete y media de esta tarde se cumplirán 24 horas desde el inicio del fuego que ha arrasado 450 hectáreas de monte y arrinconado a decenas de viviendas entre Vilagarcía de Arousa y Caldas de Reis. De momento, la Consellería de Medio Rural mantiene el nivel 2 de alarma que se decretó anoche. Aunque su intensidad ha disminuido, las llamas amenazan todavía núcleos habitados en Cea, Castroagudín y, sobre todo, Aldea de Arriba, donde los rescoldos invadían a mediodía una huerta, disparando la ansiedad entre sus vecinos. «Es una angustia insoportable, toda la noche sin dormir y esto todavía no acaba», confiesa una mujer, a un paso del llanto. Su madre, de avanzada edad, permanece en su casa. «Está muy nerviosa y ya no sabemos qué hacer». Fue en este lugar donde la policía forzó el desalojo de madrugada de 25 viviendas. Otras cinco en O Vento, y alguna más en Cea. Sus habitantes pudieron regresar  por la mañana. Pero las heridas siguen abiertas, y aquí se pelea todavía foco a foco, a un paso de las casas, para evitar que el siniestro cobre nueva vida.

Con el amanecer, el regreso de los medios aéreos proporcionó una potencia de agua fundamental. Fue tarde para la chatarrería de O Pousadoiro. Esta carretera comunica Vilagarcía con Caldas y ofrece a la capital arousana su mejor conexión con la AP-9. El incendio declarado en Saiar la cruzó como si en lugar de asfalto en ella creciesen matorrales secos. Lo mismo sucedió con la circunvalación norte de la ciudad. Ambas vías permanecieron cortadas al tráfico durante toda la noche, para recuperar su funcionalidad hacia las diez de la mañana.

«Isto é chatarra queimada, non vale para nada», informa uno de los dos hombres que deambulan entre los restos calcinados de la chatarrería, arrasada por completo. El fuego todavía arde al mediodía en algunos de sus rincones. Un automóvil y una furgoneta también han sido pasto de las llamas. Milagrosamente, la metalurgia Cuevas, situada en la otra orilla de la carretera de O Pousadoiro, se mantiene en pie. Rodeada por terreno calcinado, emerge como una isla intacta en un mar de ceniza. «En el 2016 le vimos las orejas al lobo, y cuando el fuego llegó esta vez, teníamos el perímetro limpio de maleza. Esto y la actuación de los equipos de extinción fue fundamental para salvar la empresa», subrayan sus responsables, que trabajan para refrescar las instalaciones. Les preocupaban una serie de depósitos de aire comprimido que, sin embargo, aguantaron. La catástrofe pasó de largo, aunque otro depósito situado en el exterior del recinto, que creían vacío pero debía de conservar cierto volumen de gas, explotó, generando una detonación que puso los pelos de punta a quienes luchaban contra el fuego en esa zona. Las bombonas de la chatarrería corrieron la misma suerte cuando el incendio llamó a sus puertas.

Una chataterría, arrasada por el fuego en Vilagarcía.
Una chataterría, arrasada por el fuego en Vilagarcía. Martina Miser

«Botamos toda a noite aquí, na rúa. Viñeron desaloxarnos, pero volvimos, como vas deixar que ardan as casas?». Un grupo de vecinos de Cea lo tienen claro. Si el fuego volviese, sería muy complicado que alguien los apartase de sus viviendas. Entretanto, los helicópteros vuelan un palmo sobre las copas de os árboles, arrojando su carga de agua en los puntos más delicados. Lo habitual, por desgracia, en estos casos. Uno casi se ha acostumbrado a este remedo de Apocalypse Now, entre el estruendo de las hélices, y casi aprecia ya el hedor a madera quemada por la mañana.

Medio Rural actualiza sus datos hacia la una y media de la tarde. 450 hectáreas arrasadas y un amplísimo despliegue de medios aéreos y terrestres, entre los que se cuentan aviones y helicópteros, brigadas, agentes, motobombas, bomberos, servicios municipales, de Vilagarcía, pero también de Cuntis, Caldas y Sanxenxo, Guardia Civil, Policía Local, la Unión Militar de Emergencias, agentes forestales y Policía Nacional, cuyos funcionarios se ven obligados a saltar un muro para tratar de frenar el incendio que amenaza con devorar otra huerta. Han trabajado toda la noche y todo el día.

A todos ellos quiso agradecerles su esfuerzo y profesionalidad el alcalde de la capital arousana, Alberto Varela. Acompañado por la mayoría de su equipo de gobierno, el regidor suspendió su agenda y compareció para aportar los últimos datos de los que disponía: «Foi unha noite moi dura, na que fixemos o que tiñamos que facer, estar a carón dos veciños e poñer todos os medios municipais á súa disposición para apagar o lume canto antes e evitar que se producisen danos persoais e algunha vivenda resultase afectada». Aunque los servicios sociales del Concello se ofrecieron a quienes tuvieron que ser desalojados, las personas mayores y quienes padecían problemas delicados pudieron alojaron durante lo peor del asedio por el fuego con familiares y amigos. Con el amanecer, volvieron a casa. «Tamén temos que poñer en valor a solidariedade da veciñanza, que aínda coa tensión e o nervosismo que prendía en todos, non deixaron de auxiliar os seus compañeiros e amigos», añadió Varela, para concluir con una reflexión. «Que importante é contar cuns servizos públicos potentes e eficaces».

Cualquiera que se las haya visto con las llamas en Vilagarcía en los últimos veinte años sabe que este tipo de incendios siguen un patrón claro. El fuego brota en la parroquia caldense de Saiar, en jornadas de verano sin lluvia, azotadas por vientos cambiantes. Indefectiblemente, el siniestro se acaba internando en la falda sur del Xiabre y golpeando lugares como Castroagudín y Aldea de Arriba. Pese a ello, el alcalde quiso ser cauto a la hora de atribuir responsabilidades: «É certo que tanto os efectivos despregados como os veciños falaban diso, e que se rexistraron distintos focos na mesma noite. Así que a man do home, sexa intencional ou accidentalmente, pode ter que ver coa orixe do lume. Pero debemos agardar a que os equipos de investigación que xa onte estaban sobre o terreo fagan o seu traballo».