Cómo convencer a un veraneante

José Ramón Alonso de la Torre
J.R. Alonso de la Torre EL CALLEJÓN DEL VIENTO

VILAGARCÍA DE AROUSA

MARTINA MISER

Consejos para persuadir a un turista potencial de que debe veranear en Galicia

05 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

En mi Messenger están pasando cosas raras. Varias veces al día me llegan mensajes pidiéndome información sobre Galicia. Y me provoca extrañeza porque es algo que otros años no pasaba. Los autores de los mensajes son amigos en su mayoría, pero también personas desconocidas que confían en un servidor y dudan sobre si veranear en Galicia o no hacerlo. Así que es importante convencerlos de que venir aquí es la mejor opción.

¿Pero por qué me llegan esta primavera tantos mensajes de posibles veraneantes cuando otros años esto no sucedía? Quizás se deba a la visita del rey emérito a Sanxenxo, que ha puesto de moda las Rías Baixas, o quizás tenga que ver con la emisión de la serie Rapa y sus imágenes espectaculares de las Rías Altas. Lo único cierto es que yo soy fiel a mi compromiso de embajador de Vilagarcía, que para eso llevo su insignia de oro en el ojal, y envío unos mensajes que convencen a los turistas dubitativos de que como en Galicia en ningún sitio y, ya puestos, que no hay nada mejor que veranear en Vilagarcía de Arousa. ¿Pero cómo se convence a un veraneante en potencia de que lo mejor que puede hacer es olvidarse de otras opciones y escoger Galicia?

Contra los tópicos

Lo primero es sorprender al turista en ciernes. El potencial viajero a Galicia suele estar marcado por tópicos y por el hábito de viajar a las playas del sur, así que hay que llamar su atención con informaciones que no espera. Yo empiezo por ahí y lo descoloco con tres temas secundarios. Le digo que, si viene a Galicia, va a hacer pis más veces de lo habitual y no será por un problema de próstata ni de vejiga, sino porque la humedad del ambiente llegará a su cuerpo y no tendrá que retener tanta agua como si viaja a las playas de Alicante o a la sierra de Gredos. No sé si es científico, pero sí sé que es pura experiencia: en Galicia se mea más que en la Meseta y eso es bueno.

Segunda información que deja de lado: no hace falta que traigan un cargamento de cremas hidratantes para el cutis. Aquí, la piel no se seca como en Cáceres o Albacete y no hace falta untarse cada día varias veces de potingues que suavicen la piel. Con un pellizquito bastará. Finalmente, conviene ocultar algún inconveniente como que aquí se suda sin hacer esfuerzos a partir de los 24 grados, algo que no sucede en Castilla ni Aragón, donde el sudor «espontáneo» aparece a partir de los 30.

Nada de esconder la lluvia

Sobre el tiempo y la meteorología, hay que dejarse de esconder que aquí llueve. Es que a veces nos ponemos pesados con tanto complejo de lluvia y casi pedimos perdón si en agosto caen unas gotas o hace fresquito. Sobre el fresquito, hay que utilizar una palabra mágica: rebequita. «Si vas a Galicia en verano, echa una rebeca en la maleta». El concepto rebequita mueve masas de turistas mesetarios. ¡No se imaginan lo que supone para uno de Jaén o Badajoz soñar con un verano con rebequita! Abrigarse al atardecer mientras los cuñados se asan y llamarlos para preguntarles, como quien no quiere la cosa, por el tiempo, y que te respondan que no se puede salir de casa hasta las diez de la noche. Contar que a las siete uno se sienta en una terraza a tomar algo y se tiene que abrigar con la rebequita, convierte al veraneante en Galicia en un ser privilegiado y envidiado. Así que no ocultemos que aquí llueve un poquito y que refresca de vez en cuando. Eso son virtudes, no defectos.

Después están las trampas nacidas de la propia subjetividad. La mía es que Vilagarcía es la mejor ciudad de España para veranear porque tiene el ambiente y los servicios de una ciudad, pero la tranquilidad y la inmediatez de una villa, a lo que se añade un clima ideal de ni frío ni calor, unas terrazas agradables y entretenidas, espacios peatonales, paseos estupendos y una gastronomía formidable. Hago trampa y no hablo de la playa. Si me preguntan por ella, digo que es grandísima e inmediata, pero que lo mejor es hacer alguna excursioncita, no todo va a ser sedentarismo, y acercarse a las de O Grove, que son inigualables y en ellas se ruedan anuncios como aquel de atún claro Calvo con Jesús Puente. Eso funciona, vaya si funciona. Hay otros temas como las compras y en eso, Vilagarcía, que es como un centro comercial con las tiendas en la calle y no encerradas en un edificio, es imbatible.

Comer es fundamental

Dejo para el final la gastronomía. En ese punto jugamos con ventaja. Les aseguro que no es chauvinismo, sino experiencia: como se come aquí y al precio que se come aquí no hay en España ninguna comunidad que nos iguale. Y para el veraneante, comer es fundamental. Pero lo que va a convencerlo de que debe veranear aquí, la guinda de este ejercicio de persuasión, son los furanchos. Les explicas de qué se trata, se los describes y se vuelven locos leyendo el Messenger, comentándolo en familia y entrando en Booking a reservar mientras se les hace la boca agua y van sacando del armario la rebequita.