«O centolo é o rei do marisco cando está cheo; cando está baleiro é unha estafa»

Rosa Estévez
rosa estévez O GROVE / LA VOZ

O GROVE

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Miguel Otero, "Chapeliño", lleva casi cuarenta años en el mar, siguiendo una larga tradición familiar

09 nov 2019 . Actualizado a las 19:59 h.

Dicen que los centollos son esquivos para los pescadores cuando la luna está llena y el tiempo frío. Pero dicen, también, que si el mar anda revuelto es más fácil capturar a este crustáceo de patas largas y carne sabrosa. Y en los próximos días se van a cumplir estas tres premisas. Así que ni siquiera Miguel Otero, Chapeliño, sabe a estas alturas si la campaña que arranca el domingo -ese día largarán los miños, y el lunes recogerán las primeras piezas- empezará con buenas capturas o estas serán más bien escasas. Él, que lleva casi cuarenta años dedicado a la pesca del centollo, tiene claro cómo le gustaría que fuese. «O mellor é que non haxa moita abundancia os primeiros días», dice. Si la hay, los precios arrancarán bajos y los tanques de las cetáreas se llenarán, así que luego será más difícil remontar y alcanzar unas cotizaciones sabrosas para los marineros.

Pero Miguel, como todo buen lobo de mar, sabe que no queda más que esperar para comprobar qué deparará el arranque de la temporada. Él la comienza, como todos los marineros de O Grove que se dedican a al captura del rey del marisco, con la satisfacción de saber que su producto se diferenciará este año en el mercado gracias a la nueva marca de calidad que ha conseguido la cofradía, al frente de la que está otro Chapeliño, su hermano mayor, Antonio. «Para todos nós é moi importante diferenciar o noso produto», explica Miguel. El centollo de O Grove es famoso por su calidad. Y no es esta una afirmación que nazca del chovinismo meco, sino que viene refrendada por los números: pese a no ser el primer puerto en descarga de este crustáceo, sí es el que más factura por la venta del mismo.

Y que así sea es algo que «está nas mans dos mariñeiros». Miguel asegura que en O Grove llevan muchos años apostando por no llevar faroles a tierra. Desde los años ochenta hay precios mínimos en lonja, y eso ha ido contribuyendo a desarrollar una cultura de la calidad de la que los mecos se sienten muy orgullosos. «O centolo é o rei do marisco cando está cheo. Cando está baleiro é unha estafa», asegura Miguel. Y recuerda un día de capturas abundantes -abundantísimas- en el que llegaron a tierra sin ni un solo kilo a bordo. «Eran todos farois».

A él y a su hermano les inculcó ese principio su abuelo Antonio Chapelo, con el que empezaron a ir al mar siendo aún unos rapaces. Llevaban poco tiempo de práctica con el veterano centoleiro, hijo y nieto a su vez de otros centoleiros, cuando se quedaron al frente del barco y del negocio. «Viñan con nós mariñeiros maiores, de sesenta anos, que foron tamén os nosos mestres, os que nos ensinaron todo», relata Miguel.

El abuelo los dejó en esas buenas manos tras haberles enseñado que «ao mar hai que respectalo, tanto á hora de pescar como á hora de ter coidado, de protexerse». Esa precaución constante es la que ha llevado a los Chapeliños a dotarse de barcos cada vez más cómodos y seguros. «O que temos agora din que é o máis feo do Grove», dicen con humor. Pero la belleza, ya se sabe, está en los ojos de quien mira.

Ellos quieren un barco seguro porque «polo mal tempo non deixamos de ir ao mar». Y eso que Miguel y su hermano han pasado algún que otro apuro. Como cuando se las vieron y se las desearon para cruzar desde Sálvora hasta O Grove, tras verse envueltos en un viento terrible. Para regresar a tierra «tivemos que cruzar o canal facendo zigzag, cos mariñeiros amarrados, cada un coa súa navalla, por se o barco ía ao fondo». Afortunadamente no hizo ese viaje, y pudieron alcanzar en O Carreiro al barco de su padre, un bateeiro, que los estaba aguardando. «E tendo a opción de ir á batea, como é que optastes por ir á centola?», pregunto. «Porque daquela ir á batea era moito máis duro. Agora é ao revés. E, ademais de ser máis cómodo, era un oficio máis bonito», dice Miguel. Un oficio que sigue apasionándolo, aunque la sucesión de normas «sen sentido» que persiguen a los marineros «tennos a todos un pouco aburridos». Así que el futuro, a medio plazo, no es muy halagüeño. «Xa hai pouca xente nova que queira traballar nisto, e aos poucos que hai non lles poñen máis que problemas e trabas», reflexiona.

Pero alguien quedará, siempre, para pescar centolo de O Grove, el producto estrella de un puerto en el que la captura de este producto lleva haciéndose desde hace muchos años. «Antes, nos tempos do noso avó, íase vender a Vigo», por docenas, y los ejemplares que llegaban en barcos mecos ya tenían buena fama. Y la fama sigue.