El Marisco colapsa hasta la autovía

Maruxa Alfonso Laya
m. alfonso O GROVE / LA VOZ

O GROVE

MARUXA ALFONSO

Acceder al municipio meco requería grandes dosis de paciencia, pues el tráfico era lento ya en la Vía do Salnés, y encontrar aparcamiento, difícil a determinadas horas

13 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Dice el refrán que a quien madruga Dios le ayuda. Y ayer, en O Grove, este dicho se hizo realidad. Porque los que entraron en la localidad alrededor del mediodía consiguieron hacerlo de forma rápida y solo con pequeños problemas para encontrar aparcamiento. Menos suerte tuvieron los que esperaron a las dos de la tarde. Entonces, el estacionamiento de la huerta de Don Jacobo estaba colapsado y la caravana de coches llegaba casi hasta la salida de Sanxenxo en la vía de alta capacidad. Mientras, en la carpa, los puestos de comida no daban abasto.

En cuanto las carpas de degustación abrieron sus puertas, la avalancha de gente fue constante. Tanta, que fue preciso habilitar más cajas de las previstas inicialmente, pues las colas eran importantes. Pero el ambiente era de fiesta y nadie se quejaba por las esperas. Ni en las cajas, ni en los puestos. Charangas y marisquiños animaban una velada de fiesta, con gente llegada de todas las regiones de España. «Hemos venido de Úbeda y esto nos gusta mucho», explicaban Amalia, Alfonso, Manolo, Paqui, Carmen y Guillermo, mientras bailaban. «La fiesta es así, si no hay gente no hay fiesta», razonaban Andrés, Juli, Andrés y Juani, que aterrizaron en O Grove desde Valencia.

En el aparcamiento de autobuses, estos se contaban por decenas y el ir y venir de los mismos era constante. Transitar por las calles a partir de las dos de la tarde era tarea complicada, también por la autovía, donde el tráfico era lento. La mejor opción era dejar el coche en el aparcamiento del colegio Rosalía. En la huerta de Don Jacobo se quedaron sin sitio. Y en las calles de la localidad había que tener mucha suerte para encontrar un hueco.

 

Las otras actividades de la fiesta grovense

Hasta dos veces tuvo que volver al escenario el cantante vasco, porque el público no le dejó marchar hasta que cantó su famoso «Esos ojos negros». No fue el único tema de Duncan Dhu que sonó en O Grove, también lo hizo «Cien Gaviotas».

 

La fiesta se completa estos días con una muestras de emprendedores locales. Camisetas, bolsas y originales ilustraciones están consiguiendo conquistar al público. En ella hay hueco para la solidaridad, pues un puesto colabora con los refugiados sirios.

Los puestos despacharon más de nueve mil raciones

La avalancha de gente que ayer se acercó hasta la Festa do Marisco se dejó sentir también en la venta de viandas. Porque al mediodía de ayer se vendieron más raciones que durante los dos primeros días del certamen juntos. Nueve mil platos salieron de las cocinas de la fiesta, solo cuatro mil más que durante toda la jornada del sábado, la más concurrida hasta el momento.

El arroz sigue siendo el rey indiscutible de este certamen. Un total de 1.141 platos se vendieron ayer en cuestión de horas. Le sigue de cerca el pulpo, del que salieron poco más de mil raciones. Y no se quedan a la zaga las navajas y las zamburiñas a la plancha. De las primeras se comercializaron cerca de novecientos platos, de las segundas otros 656. De almejas, vieiras y croquetas se pidieron alrededor de 500 raciones de cada una.