Cambados se rinde a Pilo, un músico de corazón a sus 83 años

Serxio González Souto
serxio gonzález CAMBADOS / LA VOZ

CAMBADOS

Mónica Irago

La parroquia dedicó su misa del domingo de las doce y media a Ángel Cores, uno de los fundadores del legendario grupo arousano Los Duendes

24 oct 2022 . Actualizado a las 20:50 h.

No hace demasiado tiempo, en el fragor de la pandemia, Ángel Cores, Pilo, notó que comenzaba a perder oído. Aunque recurrió a un audífono, el asunto no le convencía. Así que, meticuloso y perfeccionista, decidió que a sus 83 años había llegado el momento de dejar que la pasión de toda una vida descansase. La música, a la que consagró mucho trabajo —es uno de los miembros del legendario grupo arousano Los Duendes, junto a Alfonso Galbán y a un puñado de grandes músicos— y buena parte de sus desvelos, le ha granjeado enormes satisfacciones, tal y como explica su hija Ángeles. La última, esta misma mañana, a través del homenaje que la parroquia de Cambados y el cura don José Aldao, con el que tanto colaboró, quisieron dispensarle en la misa de las doce y media.

«Aínda que ao longo da súa vida fixo moitas outras cousas, como traballar de taxista ou poñer en marcha o Hotel El Duende, a profesión do meu pai sempre foi a música», indica Ángeles, quien, a la hora de definir a su padre, no duda en pronunciar cuatro palabras: «Un músico de corazón».

Con doce años aprendió a tocar el acordeón, y desde entonces el pentagrama fue su mejor aliado. «Estivo en varias orquestras clásicas, das de antes, ademais de participar na fundación de Los Duendes». Fue Pilo quien, por ejemplo, creó el coro que recorría las parroquias de Cambados llevando la música a los oficios que la precisaban. «A don José —relata Ángeles— axudouno en todo canto puido».

Siempre le gustó tocar el órgano en la misa de los niños, la de cada domingo a las doce y media. Precisamente la que el coro infantil cantó esta mañana en su honor. Entre los integrantes de la agrupación figura su nieta Emma, de trece años, que por lo visto ha recogido el testigo. Tal vez resulte complicado comprender hoy cuánta felicidad podía regalar un buen músico en una época en la que la tecnología se limitaba a la televisión y el tocadiscos. Cambados ha sabido hacerlo.