La dependencia sigue siendo cosa de ellas

Bea Costa
bea costa A ILLA / LA VOZ

A ILLA DE AROUSA

MONICA IRAGO

Medio centenar de mujeres aprenden en A Illa cómo cuidar a personas impedidas y cómo cuidarse a sí mismas ante este reto

30 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La igualdad sigue siendo una quimera en lo que respecta al reparto de tareas en el hogar, y si estas tareas pasan por cuidar a personas dependientes, la brecha entre hombres y mujeres todavía es mucho mayor. Valga como ejemplo el curso para cuidadores que se impartió en A Illa, en el que todas eran mujeres. Desde ayer disponen de un diploma que acredita las horas de formación que han recibido este mes pero todas ellas acumulaban, a priori, muchas más horas de prácticas en casa. En mayor o menor medida, estas mujeres llevan meses o años cuidando a sus padres, a sus abuelos y a otros familiares que no se valen por sí mismos, y esta tarea tiene un coste. «Enfrontarte a unha situación así remóvete todo», física y psicológicamente, según explica la trabajadora social y coordinadora del curso, Thais Núñez.

El estrés y los esfuerzos se manifiestan en forma de dolores cervicales, úlceras, depresión... y en este curso se les ha enseñado a sobrellevar de la mejor manera posible la carga que supone estar al cuidado de una persona dependiente de día y de noche. «Temos que previrnos de enfermar nestas tarefas. Incidimos moito nos coidados delas [las cuidadoras] porque entréganse tanto, froito do amor, que acaban pagando a factura. Acaban queimadas porque non lle fan caso as emocións e todo iso acaba somatizándose», explica Thais Núñez.

Experiencia propia

Sabe bien de lo que habla, y no solo por lo que pueda leer o escuchar a los demás. Ella misma lleva años ayudando en casa en el cuidado de sus abuelos, por eso se identifica tanto con este colectivo. «

A sobrecarga que supón o coidado dunha persoa dependente ten un custe a nivel persoal tremendo, a nivel de perda de vida social e de renuncias laborais»

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El día no da para más de modo que los cuidadores sacrifican su ocio y, a veces, su trabajo -mediante jornadas reducidas o excedencias- para poder atender a sus seres queridos, con lo que ello supone de pérdida de nivel económico y de derechos laborales.

La Ley de Dependencia no cumplió las expectativas porque las ayudas a los cuidadores son muy escasas y las que hay nunca son suficientes. El servicio de ayuda a domicilio que dispensan los concellos, las sillas de ruedas que cede el Sergas y otras prestaciones que ofrece la Administración contribuyen a mitigar la carga, pero todavía quedan muchos frentes por atender. «É máis caro ter a unha persoa na cama que a pé», apunta Thais Núñez. Y pone unos cuantos ejemplos del material que requiere una persona dependiente: pañales, colchones articulados, productos de higiene y para cuidar la piel, cojines, adaptadores para el baño y sistemas de sujeción, a mayores de medicinas.

El problema no es solo que las ayudas no lleguen. Muchas veces los potenciales beneficiarios no acceden a ellas por desconocimiento, por eso en el curso que financió la Diputación también se ha hecho hincapié en este tema: «Tamén é moi importante informarlles de como conseguir estas axudas».