La intermodalidad en Arousa es una quimera

Serxio González Souto
serxio gonzález VILAGARCÍA / LA VOZ

A ILLA DE AROUSA

Combinar tren y autobús desde Vilagarcía para ir a la playa exige esperas de hasta una hora

17 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Acudir al diccionario para comprender los palabros con los que la Administración infla el vocabulario público suele constituir una saludable costumbre. En este caso, sin embargo, el intento es en vano. El término intermodalidad no figura en el diccionario de la Real Academia Española. Aun así, su significado está bastante bien establecido. Se trata de la combinación de varios medios de transporte para cubrir un itinerario de forma eficaz y eficiente. El concepto se ha puesto de moda últimamente a la hora de referirse a la deseable coordinación entre el ferrocarril y el autocar para garantizar a los pasajeros un feliz viaje. Y, por extensión, también a las acciones necesarias para conseguir dicho objetivo. Integrar las estaciones de tren y bus es el ejemplo más obvio. Pues bien, un estudio, siquiera somero, de lo que sucede en Vilagarcía y O Salnés en el momento del año en el que la comarca recibe el grueso de sus visitantes resulta harto elocuente: la intermodalidad, hoy por hoy, es una quimera, un cuento que puede costarle a quien lo intente esperas superiores a una hora.

La principal fuente de viajeros que acuden a Vilagarcía en verano es Santiago. Huelga insistir en las relaciones históricas entre ambas ciudades. Un domingo, tal día como hoy, de Compostela parten 18 trenes con destino a la capital arousana. La frecuencia no está nada mal. Son tres convoyes más de los que zarpan de Vigo, pero en ambos casos la cobertura está garantizada. Todo cambia, sin embargo, si el pasajero en cuestión, procedente de Vigo o Santiago, desease combinar ese ferrocarril con un autobús para pasar su jornada de playa en alguna de los afamados arenales del resto de la comarca. O, simplemente, dar una vuelta por O Grove, Sanxenxo o A Illa. Es entonces cuando la intermodalidad se viene abajo.

hacia Cambados

Un mínimo de veinte minutos. De los cuatro viajes a Cambados que propone el autocar un domingo, solo el primero, que zarpa a las 11.05 de la estación de Vilagarcía, tiene una buena combinación con el tren. Para el resto, o bien el viajero llegaría tarde a la capital arousana o tendría que aguardar pacientemente un mínimo de veinte minutos y un máximo de una hora.

hacia o grove y a toxa

Solo dos viajes. El bus solo proporciona dos viajes que unan en domingo Vilagarcía y A Toxa, pasando por O Grove y Sanxenxo. El más interesante es, obviamente, el de la mañana, que parte a las 12.30 horas. Pero quien venga de Santiago tendrá que aguardar una hora y once minutos. Más suerte tendrá el pasajero de Vigo, que aún así se meterá tres cuartos de hora entre pecho y espalda desde la llegada del ferrocarril hasta la partida del autocar. Ojo, porque este servicio suele ser una prolongación del bus que une Compostela y la capital arousana, lo que añade al conjunto una serie de retrasos de difícil cálculo.

hacia vilanova y a illa

Una hora y 11 minutos. La opción de A Illa y Vilanova dispone en domingo y festivos de cuatro frecuencias. Solo dos garantizan un día de playa de razonable duración y el margen suficiente para retornar a Vilagarcía a tiempo de coger el tren de vuelta. Pero que se olvide quien quiera madrugar, porque el primer autobús que parte de la estación vilagarciana lo hace a las 12.30 horas. Antes, el viajero de Santiago tendrá que esperar una hora y once minutos y el de Vigo, tres cuartos de hora. Exactamente igual que en el caso de Cambados. Tampoco es una minucia lo que sucede a las 16.45, por la tarde, ya que la espera oscila entonces entre los 46 y los 56 minutos.

La mejor coordinación

La paradoja de la noche. Este breve repaso a la situación real de la denominada intermodalidad demuestra que, independientemente de la necesaria intervención sobre las infraestructuras -contemplar la estación de bus de Vilagarcía, con sus ventanillas deshabitadas y su ausencia de pasajeros constituye un triste espectáculo-, lo que falla en el sistema es la coordinación de horarios y servicios entre Renfe, como operador del ferrocarril, y las empresas concesionarias de las líneas de autocar. Que, por lo que respecta a la playa, se concentran en torno a Monbus. Baste un ejemplo final para ilustrarlo: para ir a O Grove la mejor opción es emplear el último bus, el de la noche, a las 21.30 horas. El usuario del tren apenas tendrá que aguardar unos minutos.

La mejor opción para viajar a

O Grove se da por la noche, en el bus de las 21.30 horas