«En España deberían aprender mucho de los franceses»

b. c. VILAGARCÍA

A ILLA DE AROUSA

Pedro del Hierro y su hija, durante su visita a A Illa.
Pedro del Hierro y su hija, durante su visita a A Illa. M. I.< / span>

Pedro del Hierro reclama más facilidades para practicar un turismo «que recomiendo»

23 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El miércoles durmió dentro de su autocaravana en la explanada de O Bao y al levantarse tuvo premio. «Salir y encontrarte con esto, y fresquito, es una maravilla», dice mirando al mar. Es, dice, lo mejor de hacer turismo en autocaravana: «Despertarse cada día en un sitio diferente, yo se lo recomiendo a todo el mundo». Pedro del Hierro empezó a viajar de este modo hace diez años, y ya no paró. Aprovecha las vacaciones y los fines de semana para escaparse y desconectar de la rutina de su vida diaria en Miranda del Ebro. Ha viajado por toda España y también conoce bien Francia. «Aquello es otra cosa, en España deberían aprender mucho de los franceses, allí solo falta que nos pongan una alfombra roja cuando llegamos». Se refiere a las facilidades que se encuentra en el país vecino a la hora de acampar. «Hay áreas preparadas por todas partes. Aquí, si estás aparcado, te ponen una multa». La ley del 2013 prohíbe textualmente «el estacionamiento y la circulación de vehículos así como los campamentos y acampadas en todo el dominio público marítimo terrestre», pero los autocaravanistas argumentan que no se les puede prohibir aparcar. Otra cosa, aclaran, es que extiendan toldos, mesas y sillas fuera del vehículo, «pero si tienes todo recogido como yo, ¿por qué no voy a poder aparcar como cualquier otro vehículo?», pregunta Pedro. En una de las ventanas de su autocaravana lleva una pegatina en la que se lee: «No acampado» y se añade el Real Decreto 1428/2003. Pese a ello, no se ha librado de una multa de 200 euros. En O Bao le advirtieron de que no podía coger agua de las duchas ni tirar desperdicios «y no lo hago», así que nadie le puso pegas para pasar allí la noche. Su ruta por Galicia terminaba en Santiago, y si por el camino no encontraba un área específica, recurriría a gasolineras o fuentes públicas para proveerse de agua y buscaría un polígono para levantar una alcantarilla.