Milos Iglesias, la presidenta del San Martín que lo dio todo por Vilaxoán
AROUSA
Fue la primera mujer en presidir la entidad entre el 1997 y el 2003. También encabezó la Junta Gestora del Fogar do Pescador y fue edil en el Concello de Vilagarcía
09 dic 2025 . Actualizado a las 22:19 h.En una Galicia en la que Marián Mouriño preside todo un Celta de Vigo y en la que Lupe Murillo cumple más de una década a cargo del Pontevedra CF, entre otras muchas dirigentes, nadie se sorprende por la posibilidad de que una mujer sea la presidenta de un equipo de fútbol masculino. Pero a finales de los años 90, no todos lo veían tan meridiano. Sin embargo, esto no fue motivo para que Milos Iglesias se amedrentarse. En el 1997, en medio de una crisis institucional en el San Martín, pocos parecían querer hacerse cargo del equipo vilaxoanés. Una vecina de la vila de 49 años, peluquera de profesión, hasta ese momento sin gran interés por el deporte rey, dio un paso adelante, no porque le fuese la vida en el balompié, sino por apoyar uno de los símbolos de su pueblo.
Se inició así un período que sus hijos Ramiro y Daniel Agrelo recuerdan como el de los «números en casa», ya que se hacía urgente levantar la economía de una institución que, en ese momento, se movía entre Primera y Segunda Regional y contaba con alrededor de 600 socios. Aquellos que sigan la actualidad de los equipos humildes saben que su signo es el de hacer muy bien las cosas en los despachos para sobrevivir y seguir haciendo rodar el balón sobre el césped. Iglesias se hizo rápidamente cargo de la situación y concentró sus esfuerzos en encontrar vías de financiamiento, a través de acuerdos con otros clubes, con las administraciones o con empresas. A pesar de su escasa experiencia en el deporte, supo rodearse bien, con Tuco Renda, ex presidente de la entidad, formando parte de la directiva, sus propios hijos para echarle una mano con los equipos base y, como confesó en una entrevista concedida a La Voz de Galicia en noviembre del 1997, «alguna otra señora que me acompaña y me apoya en todo». Otro de sus objetivos fue unir en lo que pudo a los miembros de la institución, organizando cenas y comidas habituales con jugadores y cuerpo técnico o involucrar en lo posible a los padres de los jugadores que engrosaban las categorías formativas del club. De su propia iniciativa surgieron los partidos de padres contra hijos o la organización de los coches y los chóferes para los partidos fuera de casa, tarea ardua cuando aún no existían los grupos de Whatsapp. Entre semana, pintando y cuidando el césped, antes de las facilidades del artificial, y durante los encuentros en el Municipal de Vilaxoán, solo sentada en el palco cuando el resto de quehaceres propios del día de partido lo permitían.
Los comienzos no fueron sencillos, pues aunque su bandera era la concordia y su intención, la de trabajar la unidad del club, pronto surgieron voces críticas en el seno del San Martín. Si bien la mayoría estaban simplemente en desacuerdo con su gestión, en la vila a nadie se le escapaba que había runrún por el hecho de que el equipo fuese presidido por una mujer. Ramiro incluso recuerda que un socio convocó una recogida de firmas para apearla del cargo nada más entrar, basándose como único argumento en su género. Afortunadamente, la iniciativa tuvo escaso seguimiento. No les quedaría más remedio que acostumbrarse, porque la presidencia de Iglesias duró siete años, hasta el 2003. Solo la enfermedad de su marido pudo apartarla de un puesto que empezó como un servicio a la vila y que acabó con Milos enamorada del San Martín.
Al tiempo que abandonaba la directiva del club de fútbol, tuvo que dejar de trabajar para el Fogar do Pescador, institución que durante un tiempo también encabezó, a través de la Junta Gestora, bajo la misma premisa: servir a la localidad que no la vio nacer —pues sus padres eran originales de Asturias, pero se mudaron a Vilaxoán cuando ella era niña—, pero sí crecer. Y con ese mismo objetivo emprendió una breve aventura en la política, bajo las siglas del Partido Popular, al cual llevaba ya un tiempo vinculada. Entre los años 2006 y 2007, Milos fue edil en el Concello de Vilagarcía, puesto desde el que nunca cesó de mirar a la vila que representaba. Siguió apostando por el entendimiento y el diálogo, aunque acabaría dejando el cargo decepcionada con los insultos y el tono del debate político. La realidad era que tras su dimisión se encontraba otra enfermedad. La suya. El cáncer se la llevó en el 2008. Hasta el final de sus días, con la energía que la caracterizaba, contaba con salir del hospital «y volver al San Martín». Jamás olvidó al equipo de su corazón.
En una Vilagarcía que ya no es la de los 90, que hace justicia y en la que el pabellón de Fontecarmoa lleva el nombre de una gran baloncestista como Sara Gómez y el de Castelao, el de una histórica como Helena Mariño, quizás haya formas con las que recordar la figura de Milos Iglesias, que lo dio todo por el San Martín.