O Cavadelo, lo cutre es bello

José Ramón Alonso de la Torre
J.R. Alonso de la torre REDACCIÓN / LA VOZ

AROUSA

ABALO

Un espacio ganado al mar que atraía más con el «footbarro» que con el «break dance»

30 ene 2022 . Actualizado a las 20:20 h.

O Cavadelo nunca ha sido tan popular ni tan espacio de referencia como cuando estuvo a monte. He ahí una de las grandes paradojas de Vilagarcía de Arousa: O Cavadelo, ese lugar situado en pleno centro de la ciudad, parecía nuestra plaza Mayor cuando no era más que un erial donde, entre el barro y los charcos, se levantaban dos porterías de fútbol. Allí se juntaban sábados y domingos padres, hijos y nietos, se establecían amistades y se hacía vida social, eso sí, muy masculina. O Cavadelo era un lugar para machotes capaces de acabar llenos de barro un domingo por la mañana y sentirse orgullosos de ello.

Desde hace cuarenta años, O Cavadelo ha sido campo de fútbol, aparcamiento en superficie, basurero, parque de atracciones y burdel de bolsillo. Por todos estos usos ha sido noticia y ahora vuelve a serlo porque por la cabeza de nuestros concejales ronda de nuevo el noble propósito de devolverle a O Cavadelo la vidilla que tuvo. Anuncian reformas, inversiones, humanización, transformación...

Y los veteranos leen la noticia, chasquean la lengua y menean la cabeza con escepticismo, como si pensaran que O Cavadelo dejó de tener su encanto cuando perdió su pátina cutre y cuanto más lo modernicen e intenten convertirlo, como dicen Javier Segura y Andrea Ricoy, que han hecho el proyecto del nuevo O Cavadelo, en un «espazo de calidade deportiva e ambiental», menos popular y atractivo será.

El alcalde Alberto Varela recuerda que el parque de O Cavadelo fue en el año 2000 un espacio pionero pensado para practicar deportes en medio de la ciudad, pero el paso del tiempo le ha pasado factura y hoy es «unha zona degradada». Todo eso es cierto, pero también es verdad que desde que dejó de ser campo de fútbol improvisado, O Cavadelo dejó de interesarnos y pasó a ocupar un lugar en la memoria.

El actor Carlos Blanco nació en la plaza de A Independencia, aprendió a leer en la escuela de don Manuel Barreiro y practicaba caza submarina en O Cavadelo, justo donde hoy están el párking y la comisaría. Y hubo un tiempo en que todas las candidaturas municipales llevaban entre los aspirantes a concejal a un miembro de lo que dio en llamarse Cavadelo Connection, es decir, un jugador o un organizador de la liga de fútbol de O Cavadelo, cuyos equipos estaban patrocinados por la ruta vilagarciana del chiquiteo y el cubateo: O Churrasco, Conservas Friscos, Bodegón San Miguel, Jamonería Os Arcos, Viña Cartín, Pub Pecados…

 La plaza de toros portátil y Mecano

En tiempos de Rivera Mallo como alcalde, se instaló una plaza de toros portátil en O Cavadelo, donde hubo novillada y actuó Mecano. Y con Javier Gago, en O Cavadelo se disputó el gran derbi asnal de San Roque, donde compitieron burros de A Illa, Vilanova, San Miguel de Deiro y Caldas de Reis por un premio tan estimulante para los yóquey y jumentos como 35.000 pesetas y tres sacos de pienso. Eso fue en agosto de 1992 y tres años después, O Cavadelo acogía en las fiestas de Santa Rita la noria más alta de Europa.

¿Cómo es posible que tanto bizarrismo y tanto casticismo convirtieran O Cavadelo en un lugar tan emblemático que dio nombre al histórico Pacto do Cavadelo, firmado un 18 de enero de 1995 entre la Autoridad Portuaria, la Jefatura de Costas, la Cofradía de Vilaxoán y las organizaciones de productores de Carril y Vilaxoán? Gracias a ese pacto, la playa de A Compostela acabó siendo un inmenso arenal, Vilaxoán recuperó sus playas y hubo ayudas para los mariscadores. Los últimos años antes de humanizarse y modernizarse, O Cavadelo vivió su eclosión esplendorosa con las 48 horas de futbito, a cuya final asistían 1.500 espectadores. Después, salto de milenio y entrada de O Cavadelo en la modernidad: el párking, la cafetería-heladería, dos pistas de baloncesto, una de patinaje, un parque infantil… Todo muy chulo, pero la ciudad dio enseguida la espalda a lo que había sido uno de sus enclaves más populares, aunque solo fuera durante los fines de semana.

ABALO

O Cavadelo nunca debería haber existido. Tendría que haber sido siempre el lugar donde Carlos Blanco hacía caza submarina. Ya en 1884, el arquitecto que urbanizó la plaza de Ravella, Faustino Domínguez Coumes-Gay, aseguraba que la población de Vilagarcía estaba circunscrita al espacio comprendido entre la carretera de Pontevedra a Carril y el mar. ¡Qué gran error no haber crecido hacia el interior en lugar de empecinarse en robarle terreno al mar!

En 1922, el Plan Antonio Palacios, regalado a Vilagarcía por este arquitecto porriñés, abogaba por un ensanche hacia A Escardia y el interior de Vilagarcía. Palacios (1874-1945) fue autor del Palacio de Comunicaciones de Cibeles, del madrileño Círculo de Bellas Artes, del edificio que ocupa el Instituto Cervantes en la calle de Alcalá, del teatro García Barbón y hasta del rombo que identifica al Metro de Madrid, pero en Vilagarcía no le hicimos caso, preferimos robarle terreno al mar y ahora hay que esforzarse en dignificar esa fachada marítima desde O Ramal hasta Arzobispo Lago incluyendo la reforma de O Cavadelo, esa explanada tan contradictoria y paradójica que nos gustaba cuando era cutre, antigua y futbolera y despreciamos cuando se convirtió en modernidad, en skate, parkour, break dance y cosas así.