Moncho Pasensias, el sabio humanista del mar de Arousa

Serxio González Souto
serxio gonzález VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

Moncho Pasiensias, en Carril, frente al mar al que dedicó su larga vida
Moncho Pasiensias, en Carril, frente al mar al que dedicó su larga vida monica ferreiros

La memoria de una ría y de un Carril que ya no existen hablaba en boca de un mariñeiro filósofo que se fue a los 93 años

22 jun 2021 . Actualizado a las 20:00 h.

«Se teño que escoller un recuncho, escollo Carril, porque é onde me criei e, se o Máximo así o desexa e o ten en conta, tamén hei morrer». Ramón Abelenda Ares expresaba aquel deseo hace ya once años en estas mismas páginas. A ese Máximo que invocaba, nuestro hombre no le tenía ningún miedo. «Como llo vou ter se non o podo ver, tocar nin aquelar?». Pero algo sí debió aquelar muy bien aquelado, porque el sábado zarpó en paz para esa marea de la que nadie regresa, y lo hizo como quería, desde Carril, a los 93 años, con un mar en el pecho y también en la cabeza.

En realidad, Ramón dejó de ser Ramón hace ya mucho tiempo. Su padrino, sin saberlo, bautizó una leyenda al afearle la pachorra con la que el rapaz abordaba las maniobras mientras los dos trabajaban en el barco de Conservas Baltar. «Móvete, carallo, máis rápido, Pasensias, móvete». Aquel día se despidió Ramón y nació Moncho Pasensias.

Tolerancia y diálogo

Aunque el padrino no lo tuviese nada claro, Moncho hizo de aquel darse un tiempo para pensar las cosas, huyendo de la precipitación, todo un principio de vida. «Hai que ser tolerante e dialogar ata última hora». Poco importa que la escuela, entonces, no fuese más que una anécdota borrosa en la infancia de un cativo de Carril. Pasensias fue, por encima de todo lo demás, un humanista, un hombre sabio cuyo consejo era escuchado con atención, un mariñeiro sensato, paciente e indagador, que ponía a las personas en primer lugar.

No era extraño que, en los últimos tiempos, las conversaciones del parlamentiño entre los carrilexos más veteranos se prolongasen durante horas. Pocas cuestiones había sobre las que Pasensias no hubiese reflexionado y formado una opinión propia. Las mutaciones que ha experimentando el mar al que dedicó su vida desde que con once años tuvo que dejar los pupitres: «Agora desapareceu todo; antes collías unha francada e un cesto e dende aquí a Cortegada traías un cesto de chopos, sollas, anguías. Agora veña trasmallos, butróns, redes de canto tipo hai, e moita máis xente: o mar non dá para tanto». Las primeras bateas de la ría: «A primeira foi a Santa María, un barco de dous paus de Conservas Baltar que fondeamos no Chazo con cordas de metro e medio». La miseria que trajo la guerra: «Corenta anos de analfabetismo, de escuridade, de pecado, corenta anos de progreso que perdemos». La condición humana: «O home ten tres defectos, a envexa, o egoísmo e a agresividade, somos calumniadores, malos, somos unha raza cativa».

Con todo, alguna esperanza debió de albiscar el sabio Pasensias entre tanto desengaño, cuando construía con sus manos botes para su xente miúda y recuperó los barcaños para que los críos de Carril regateasen en San Fidel. Para ellos también tenía un mensaje: «O planeta é a nosa casa e estámola arruinando». Arreglarlo será su tarea. Non hai outra.