Fexdega le pone ritmo a la vacunación

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

Un total de 1.800 personas habían sido citadas ayer para recibir ayer la dosis de Pfizer; la asistencia, dicen los sanitarios, sí fue esta vez masiva

30 abr 2021 . Actualizado a las 14:49 h.

«Hoy sí se puede hablar de una vacunación masiva». La profesional sanitaria apenas se detiene unos instantes entre los pacientes que llegan por turno al punto de vacunación en el que ella se encuentra. Ayer habían sido citadas en Fexdega 1.800 personas para recibir la primera dosis de Pfizer. A las doce y media de la mañana ya se había consumido un buen número de viales. «La gente ahora no se preocupa tanto por la marca de la vacuna. Te preguntan si es la buena o es la mala. Le decimos que la que estamos poniendo es la Pfizer y sin problema», comentan las sanitarias.

La operación de vacunación masiva había alcanzado a las 12.30 horas un tempo ideal: sin colas en la puerta y sin pausas en los puestos de vacunación, hacia donde las personas son dirigidas por varios asistentes. El trajín es constante pero sereno, y sorprendió a más de uno de los asistentes. «A verdade é que está todo ben organizado. Non tiven que esperar nada», nos cuenta un hombre de setenta años mientras aguarda, sentado en una silla, los quince minutos de rigor para comprobar que la vacuna no le ha provocado efectos secundarios de consideración.

Mari Carmen, una vilagarciana que tiene setenta años, decide marcharse un poco antes de que se cumpla ese cuarto de hora de prevención. «Es que me están esperando, me tengo que ir», explica apurada. «Yo estoy perfectamente, no he notado nada raro», dice a modo de justificación. En tres semanas se pondrá la segunda dosis y, entonces, tal vez empiece a vislumbrar la vida tal y como la veía antes de marzo del 2020. «De lo que tengo ganas es de salir a la calle, de quedar con mis amigas, de ver a mi familia», dice mientras echa a andar hacia la puerta de salida.

Luisa, que es de Cambados, aún tendrá que esperar unos minutos antes de abandonar el recinto. «Yo sí que tenía ganas de vacunarme», dice resolutiva. Cree que «aún nos queda mucho», pero promete que en cuanto por fin todo pase, «voy a viajar un poquito. Echo mucho de menos poder salir», dice.

Según los datos facilitados por Ravella, Fexdega seguirá siendo centro de vacunación hasta el próximo domingo.

MONICA IRAGO

Vicente, San Miguel de Deiro

«Non son moito de vacinas, pero hai que facelo polo ben de todos»

Vicente Piñeiro vive en San Miguel de Deiro (Vilanova). Tiene 70 años y ayer por la mañana recibió la primera dosis de su vacuna. «Eu, en principio, non son moito de vacinas. Non é algo que me guste. Pero hai que facelo polo ben de todos», comentaba tras recibir el pinchazo de Pfizer. A su juicio, recibir la inyección es un primer paso para poder «recuperar a normalidade». «Eu creo que iso é o que pensa todo o mundo, que hai que facer o que estea na nosa man. O malo é que non creo que esteamos vacinados todos demasiado pronto, ata o outono ou así...», argumenta. El proceso se sabía largo, y largo está resultando. En cualquier caso, confía Vicente en que ya estemos ante el último recodo del camino. Y en que más pronto que tarde pueda «volver a saír da casa; agora estou moito alí, sen saír a ningún sitio».

MONICA IRAGO

Milagros, Bamio

«E con esta peste que hai, que outra cousa vas facer? Hai que vir»

Desde que «todo esto» empezó, la familia de Milagros, una vecina de Bamio, no ha vuelto a reunirse alrededor de una mesa. «Cando veñen, hai que manter as distancias, non podemos quitar a máscara... É unha pena», comenta mientras busca una silla en la que acomodarse tras haber recibido la primera dosis de la vacuna Pfizer. Ella tenía ganas de recibir el pinchazo. «Con esta peste que hai, que outra cousa vas facer? Hai que vir», señala. Le gustaría pensar que ya se ve la luz al final del túnel, pero Milagros es reacia a darle alas a la esperanza. «Ogallá; pero eu non vexo que as cousas empecen a estar ben, ben», dice. Y reconoce que «todo esto» que llevamos viviendo desde hace algo más de un año se le sigue antojando, por momentos, una pesadilla. «Nunca imaxinei que fora a pasar unha cousa así».