«Se ha conseguido que la sociedad sea un reflejo de la televisión»

Pablo Penedo Vázquez
pablo penedo VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

MONICA IRAGO

«La ficción, si es buena, acaba siendo profética» dice el creador de «El Ministerio del Tiempo», Javier Olivares

26 oct 2020 . Actualizado a las 00:43 h.

Javier Olivares Zurilla (Madrid, 1958) hizo ayer las delicias de los seguidores de El Ministerio del Tiempo en el primero de los encuentros entre grandes autores audiovisuales y del cómic y sus aficionados a través del Curtas Festival Imaxinario de Vilagarcía. Guionista y productor ejecutivo, en su currículo destacan también otras series míticas de la televisión española como Los Serrano, Los Hombres de Paco o Isabel

-Viendo la última temporada de «El Ministerio del Tiempo», con una nueva dictadura de corte fascista en España, y observando la sucesión de cambios en el mundo occidental desde al menos el 11S, ¿no siente el temor a acabar convertido en profeta?

-Yo no estoy refiriéndome en la serie a un fascismo en el sentido clásico. Estoy refiriéndome a un capitalismo exacerbado. Creo que hay un lema cara al futuro: No puede ser que el que más tenga tenga más continuamente y el que menos tiene no tenga nada. Yo hablaba de eso, no de un fascismo del estilo mussoliniano ni hitleriano, porque ese ya no es necesario. Ya no hacen falta armas, ni tanques, ni invadir otros países. Ahora mismo el poder que tiene el dinero es ya internacional. A veces escribo cosas que pasan después. Pero no tengo ningún súper poder. Si tú ves películas como Contagio, de Soderbergh, que se hizo en el 2011, tú estás viendo esta pandemia, y está hecha hace 9 años. ¿Quién nos iba a decir a ti y a mí hace un año que íbamos a estar aquí hablando con mascarilla y de toques de queda? La buena ficción, la que no solo se basa en entretener sino en indagar qué pasa en tu momento, en tu sociedad, si es buena acaba siendo profética.

-La que montó atribuyendo el origen de su distopía a la elección de Bertín Osborne como presidente de España…

-Sí, sí. La gente se equivocó, porque pensaba que la dictadura era de Bertín Osborne, cuando yo decía que había ganado las elecciones. La realidad es que Reagan fue presidente (de los EE.UU), Trump también, y viene de la televisión. Busqué alguien que cuadrara dentro de esa fuerza que está teniendo la televisión para generar unos movimientos de opinión que llegan más al público que el discurso político de un partido. La televisión, en el mundo, ha ido a un terreno industrial barato, el de los realities y teleshows. La televisión tiene que ser un reflejo de la sociedad. Y se ha conseguido que la sociedad sea un reflejo de la televisión. Y así surgen figuras como la del presidente de EE.UU. Por otra parte, a Bertín Osborne le tengo un gran respeto personal. De hecho, cuando yo guionizaba Los Serrano quise que protagonizara un capítulo, porque me parece un tipo con mucho gancho. Yo he dado clase a su hija de Arte hace muchos años, y era encantadora. Simplemente cuando alguien, en su programa de televisión, y no es el único, y no voy a dar nombres, habla de política, y lleva a determinados políticos, y no lleva a otros políticos, creo que entonces es susceptible de ser utilizado como un elemento político, nada más. Como diría aquel, ‘No es nada personal'.

-¿La política española de los últimos años daría para una buena serie histórica, o se ajustaría más a una comedia costumbrista a «Los hombres de Paco»?

-La política es algo muy serio. Y le tengo mucho respeto. Y a los políticos. Yo no creo que todos los políticos sean iguales. Me ilusiona pensar que hay buenos políticos de todas las ideologías. Hablo como ciudadano. Me da mucha envidia ver políticos de derecha como Angela Merkel, o Chirac en su día. Lo que hace falta son series políticas en este país. Pero de verdad. Siempre se cita a Borgen. Pero yo citaría la versión original inglesa de House of Cards, sitcoms como Primer Ministro. O para mí, la mejor serie política de los últimos tiempos, Barón Nöir, francesa, que explica cómo se genera este tacticismo político actual. Lo que hace falta en este país es hacer muchas series de cómo somos y cómo estamos, y no se hacen. Seguimos haciendo muchas veces series muy buenas, pero muy evasivas. Recuerdo un tuit que decía ‘¡Tiene cojones que la serie que más refleje la realidad sea una de viajes por el tiempo!', refiriéndose a El Ministerio del Tiempo. Yo no me evado de la realidad. Como no me he evadido de la realidad cuando creé Isabel, o Víctor Ross. Viajar en el tiempo o crear series de ciencia ficción es algo que se ha hecho mucho siempre en la historia de la literatura, con los grandes, como eran Julio Verne, Adolf Huxley, Orwell… ir a otra época para poder hablar del presente porque si lo hacían en el presente los podían meter en la cárcel. Hay que contar historias que hablen de política, que hablen de corrupción, de un político que se enfrente con la corrupción… En eso sí tenemos un déficit respecto a, sobre todo, los países nórdicos. Caza de Brujas, Barón Nöir… Estoy viendo series que hablan de ciudadanos que pasan un momento político y lo analizan. Y aquí nos hacen falta. En Europa sí hay esa tradición. Con televisiones públicas.

-Por la forma en la que acabó la cuarta temporada de El Ministerio del Tiempo, no se aventura una quinta. ¿Exigencias del guion propio o del mercado?

 -Televisión Española y mi productora han hablado de que tienen interés en hacer una quinta temporada. Se podría hacer una quinta temporada. Solo que reiniciando la serie desde 0. En la cuarta temporada lo que yo me permití fue la libertad de cerrar historias. Estuve 3-4 años sin saber si me renovaban o no. Hay un momento en que hay que tener un respeto por tus personajes, y sobre todo por tu público. Porque si no, estás vendiendo milongas. He llevado unos personajes hasta el final y si hay una quinta temporada tendré que plantear una nueva historia desde el principio. Yo creo en una dignidad narrativa, en no tomar al público por tonto. Y en que las series no se estiren como chicles sin más ni más y que haya algo que contar. Y si no hubiera algo que contar ni los medios para hacerlo yo sería el primero en decir que a lo mejor no hace falta una quinta temporada.

-Usted ha declarado en más de una ocasión su pasión desde niño por la fantasía y ciencia ficción, y por la obra de muchos de sus grandes autores, en la pantalla y sobre el papel. ¿Qué siente al saberse uno de ellos?

-Pues no sé si soy uno de ellos. Hay maestros, y algunos, pues de momento somos aprendices. ¡Hombre! Cuando ves que te plagian desde fuera una serie como Timeless, que llegas a un acuerdo judicial porque están claras ciertas cosas y que quienes firman esa serie hacen después The Boys o han hecho The Shield o Supernatural, pues piensas que a lo mejor lo estamos haciendo bien. Pero estamos un pasito por detrás. Porque estar a gran nivel no depende solo de tu trabajo, de tu talento; también de un nivel industrial, en el que es complicado hacer cosas sin tantos medios como tienen ellos (los estadounidenses). 

España es el país que mejor produce con menos dinero, del mundo

 -¿Es entonces la ciencia ficción patria como su prima sin apellido, no hay quien la financie bien en España? ¿También aquí hay que decir aquello de ‘¡Que inventen ellos!'?

 -No. Financiar se financia. Lo que pasa es que tú ves lo que cuesta una serie en España y lo que cuesta una serie fuera… Claro, a la gente que le da al botón no le importa. Nosotros estamos manejando entre 500.000 y 600.000 euros por capítulo y series del estilo de El Ministerio del Tiempo fuera, Doctor Who no sé si eran 2,5 millones de dólares de diferencia en comparación, con 30 minutos menos. Yo hay muchos temas que no puedo tratar por falta de dinero. Cuando en el 2016 se estrenaron El Ministerio del Tiempo y Bis a Bis hubo un cambio en la manera de hacer ficción en España a nivel de producción de temas de fandom, de seguidores. Son unas series que cambiaron un poco el panorama porque mirábamos de otra manera al espectador. Pero sobre todo, porque tenemos un diseño de producción muy parecido a lo que se hacía fuera. Había una figura de creador showrunner, de director con un gran poder para generar un estilo, el 80 % del rodaje era en exteriores… Y eso es algo que con estos presupuestos no se puede mantener, cuando fuera (chasca los dedos) se mantiene sin problema. Yo creo que España es el país que mejor produce con menos dinero, del mundo. En España nos llaman para hacer series que hacemos muy bien desde hace mucho tiempo, de una gran calidad y manofactura. Pero a lo mejor, como no se ha dado tanta importancia al creador y a que nosotros sabemos hacer todo tipo de géneros, también el de ciencia ficción, probablemente no nos llamen de fuera para hacer esto porque ya somos muy rentables haciendo lo otro. Yo siempre pongo el ejemplo de Álex Pina cuando hace La Casa de Papel. Al final se ha conseguido que se le reconozca a alguien como creador. Alguien que dice ‘Voy a hacer todo este universo' y se lo financien. Es la excepción que confirma la regla en España. Nuestra ficción hace muchas cosas pero con unos medios muy limitados. Aunque sí es cierto que plataformas como Movistar ha producido a un nivel altísimo, y ese es un paso adelante muy grande.

-Isabel, El Ministerio del Tiempo, también la adaptación de las novelas de Víctor Ross. Su carrera lleva años asociada a su habilidad para hacer de la historia de España un gran argumento para engancharse a una pantalla. ¿Con qué personaje histórico de cuantos han pasado por sus manos se identificaría más?

-Que me hayan apasionado más, identificado o admirado… Emilio Herrera. El inventor del traje espacial. Me parece que es la definición de ser un buen español, alguien leal, patriota por encima de todo, de tendencias o ideologías. Es alguien que la gente tendría que estudiar. Y a nivel de importancia. Felipe II. A España la definen las épocas de Isabel, el arranque, cuando todavía no era España, Felipe II y Fernando VII. Son los tres hitos. Isabel y Felipe, con sus claroscuros. Con Felipe II España es los Estados Unidos de la época. Y Fernando VII, porque con él se entiende todo lo que nos ha pasado, desgraciadamente, a finales del Siglo XIX y XX hasta la Guerra Civil, empezando por las guerras carlistas; la política falaz, paleta y encerrada de Fernando VII. Todo esto, junto con los textos de Galdós en los Episodios Nacionales merecerían mucha más atención de nuestra ficción, porque ahí estamos nosotros. Ese es el espejo que servirá para ver quiénes somos. Para bien y para mal.

 Las series de televisión son la vanguardia cultural popular de nuestra generación

-Si le menciono la palabra audiencia, ¿qué se le viene a la cabeza?

-He trabajado en series como Los Hombres de Paco, o sobre todo, Los Serrano, en las que teníamos millones de audiencia. Isabel, recuerdo que en la primera temporada, la que yo estuve, ganábamos el lunes a Tu cara me suena y La que se avecina. ¿Pero qué ocurre? Primero, la televisión pública no tiene publicidad. Pierde el gancho haga lo que haga, porque no tiene posibilidad de producción ni de nivel de promoción. En segundo lugar empiezan a aparecer redes sociales, que son una manera de medir el impacto de las series; en ese sentido El Ministerio del Tiempo es líder, trending topic mundial; tiene una gran audiencia, y una audiencia de calidad. Y si la cadena tuviera publicidad, tendría un target publicitario de primerísimo orden. ¿Que los audímetros dictan que nosotros tenemos ese público respecto a otros? Lo entiendo perfectamente, porque la televisión en abierto se ha educado hacia un tipo de programas. Mientras que en Noruega, en Dinamarca, en Alemania o en Inglaterra las televisiones públicas han seguido produciendo series de altísimo nivel e impacto de audiencia, aquí el entorno audiovisual no lo ha permitido. Pero también te digo que El Ministerio del Tiempo sigue viva hasta cuando no se emite, y que El Ministerio del Tiempo suma el público de las audiencias, más el público del diferido, más el público que la ve en HBO, más el público que la ve ahora en América… Yo me apuesto a que estamos entre los más altos de audiencia. El problema es cuando tú miras la audiencia por la inmediatez. Yo creo que El Ministerio del Tiempo es una serie que se va a recordar muchos años, y que si se recuerda es porque la ha visto mucha gente. Y que si se sigue utilizando en editoriales políticas, y si de repente hay políticos que dicen ‘Quieren crear un Ministerio del Tiempo' es que hemos llegado al alma de la sociedad. ¿A partir de ahí? La audiencia es algo muy complejo. ¿Qué audiencia tiene una serie de Netflix? ¿Lo sabe alguien? ¿Qué audiencia tiene una serie de una plataforma? ¿Lo sabe alguien? Y luego lo acompañan con una gran promoción, que si es la serie del año… Pero al final dices, sí, sí, ¿pero qué audiencia tiene una serie de una plataforma? Y ves que una serie en abierto pelea por coger aire, y sin tener mucha audiencia, tiene más audiencia a nivel nacional que todas esas series. Hay diversas varas de medir la audiencia, pero echo de menos que mientras a los que tenemos una audiencia medible al día siguiente el crítico les dice ‘Hundimiento de tal serie', de las otras series, como no sabe la audiencia que tienen, no puede hablar de hundimiento. Yo pediría que se enterara y hablara de hundimiento o no, o que dejara de hablar de hundimiento con las que damos la cara en Antena 3, Telecinco o Televisión Española.

-Con la multiplicación exponencial de las plataformas de contenidos, conseguir pegar el pelotazo con una serie parece mucho más difícil ahora que hace diez años… ¿El progreso de internet les puede haber complicado paradójicamente también la vida a ustedes los guionistas?

-Un guionista lo que tiene que hacer es conseguir que le dejen contar sus historias. Antes nos decían, ‘No, es que esto lo tiene que entender la señora de Cuenca'. Y ahora ‘No, es que el algoritmo'. Yo creo que el gran nivel de las series de televisión se ha conseguido con series como Los Soprano, como Doctor en Alaska... autores contando sus historias; y han conseguido que las series sean el top cultural de nuestra generación, por encima del cine, del teatro, de la fotografía, del arte… Hubo un momento en que el top era la arquitectura, otro en el que lo era la fotografía, luego llegó el cine, y en las últimas décadas las series de televisión son la vanguardia cultural popular. Y eso se ha conseguido con autores que contaban grandes historias. Si ahora todo se convierte otra vez en algo industrializado, en mainstream, nos estaremos equivocando. Estoy de jurado en Serializados, para mí el mejor festival de España de televisión, y me han pasado unas series entre las que tengo que elegir mi preferida, y todas hablan de la verdad. He visto una de temas de maltrato familiar, otra del atentado de Oslo de hace unos años… Todas hablan de historias de verdad. Se alejan de ese tipo de comercialización masiva. Y serán grandes éxitos en sus países. ¿Sabes el problema? Que nadie habla de ellas. No están en la ola de promoción comercial de la gran difusión mundial. Se siguen haciendo grandes series y el problema es que la gente no habla de ellas y no las conoce. Verlas de vez en cuando te reafirma que tienes que seguir haciendo ese trabajo. El día que desaparezcan esas series el poder de la televisión caerá. Recuerdo que con Isabel y El Ministerio del Tiempo el gran fandom que tenían las dos series era por gente que había dejado la televisión porque estaba harta de ver siempre lo mismo. Gente que cuando vio una serie distinta, como Bis a Bis, como la nuestra o como La Casa de Papel, que ninguna en su día fueron grandes éxitos en abierto, dijeron ‘Voy a ver esto, porque por fin hay una serie que quiero ver'. Y creo que como no cambie esto en unos años a nivel internacional se va a dar el mismo caso: gente que desconecte. El día que desaparezcan esas series que cuentan cosas que te nutren como ser humano, el público dejará las series. Y la industria de la ficción nacional e internacional no debe olvidar eso. Series como Antidisturbios o Patria. Son dos seriones, porque a parte de bien hechas, te hablan de tu historia, de tu pasado reciente o de una situación social muy potente. Y me parece que ese es un camino maravilloso.

«Curtas es uno de esos sitios en los que siempre hay que estar»

-Tengo entendido que guarda una excelente relación con Nacho Fresneda, padrino del Curtas en 2016 cuando el festival empezaba su nueva etapa orientado al género fantástico y al cómic. ¿Qué le había contado del certamen y con qué se ha encontrado?

-No he hablado con Nacho del certamen. Lo que me he encontrado aquí es una gente maravillosa que hace un trabajo estupendo, y que demuestra eso que hablo del público de calidad. Cuando voy a este tipo de eventos a Vigo, aquí, a Valencia, Barcelona… veo a familias enteras que otros llaman frikis pero que son fans de la literatura fantástica, del cine de terror o de ciencia ficción. Es un público entregado, generalmente muy culto, apasionado. Yo creo que los frikis son los otros, no nosotros. A mí siempre que me llaman -a este tipo de festivales- y tengo tiempo libre, vengo. A parte, vengo incondicionalmente. El Ministerio del Tiempo se debe a la cantidad de gente así que hay en pueblos, en ciudades, en países… Es la gente a la que te debes. Y Curtas en este sentido me parece uno de esos sitios en los que siempre hay que estar, y ayudar. 

-No sé si le había coincidido ir antes a algún otro festival en medio de esta pandemia. Gente contada, con mascarilla… Mira que se han escrito y rodado historias sobre pandemias mortales... ¿Hasta qué punto ha sorprendido a un guionista de ficción como usted lo que nos está ocurriendo?

-No. Es el primero. Se hace muy raro. Y por eso hay que estar. Porque es un momento difícil. En los momentos fáciles está todo el mundo. Lo difícil es cuando hay que estar apoyando. Al final, la realidad siempre supera la ficción, y este es un ejemplo claro. Ahora, la realidad también es previsible. A veces creo que si la gente viera más buenas series, o leyera mejores libros, y además tuviera el poder en sus manos, ayudaría a que estas situaciones se dieran menos. O a que se trabajara en ellas de manera más eficaz. Esto que nos está pasando de alguna manera hay científicos, avisos que se van dando… No soy experto, pero cuando al crecimiento del mundo le vas poniendo problemas el mundo, la naturaleza, se venga.