Para todo lo demás, que vuelva Tomás

Serxio González Souto
serxio gonzález VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

MARTINA MISER

El timonazo en el PP de Vilagarcía da sentido a la rehabilitación de Fole: remover al electorado conservador ante las automómicas

01 feb 2020 . Actualizado a las 19:45 h.

A menudo, las dinámicas electorales, en lugar de obedecer a taimadas estrategias, responden a estados de ánimo. Cualquier observador avispado se habría percatado en el 2005 de que la etapa de Manuel Fraga al frente de la Xunta estaba finiquitada solo con contemplar el bullicio que Emilio Pérez Touriño, el candidato socialista más bien seriote que acabó tumbando a don Manuel, metió en el auditorio de Vilagarcía con su mitin central de aquella campaña en Arousa. Un millar de votantes saltaban entre sus 754 butacas, algo que jamás volvió a suceder. A decir verdad, tampoco nadie más se ha atrevido desde entonces a emplear el inmenso foro vilagarciano como amplificador electoral. Normal; la sola idea de pinchar debe de imponer un sudor frío a los planificadores de cualquier partido, incluso a los más osados.

Como todo el mundo sabe, la operación de entronización de Alfonso González Gallego, elevado a la presidencia local de la gaviota en mayo del 2017, desembocó, pese a sus buenos propósitos, en un enfriamiento paulatino de cualquier temperatura electoral en el seno de la familia conservadora. Si uno se propone asaltar una alcaldía en manos de su máximo contrincante, lo mínimo con lo que debe contar es con entusiasmo. Y la candidatura con la que Gallego concurrió a las municipales dejó indiferentes a sus propios integrantes. Tanto, que llamaban la atención las ganas que sí le puso su número 2, el empresario Miguel Ángel García, cuya dimisión a las primeras de cambio no hizo si no marcarle el camino al candidato, que esta semana acaba de tirar la toalla.

El caso es que la marcha de González Gallego y el timonazo en el que se halla inmerso el PP de Vilagarcía dan un nuevo sentido a un movimiento que la dirección de los populares gallegos trazó en noviembre y en Vilagarcía causó cierto estupor. Tomás Fole, el hombre que alcanzó la alcaldía para perderla en la primera ocasión en la que la puso en juego, aquel a quien todo el mundo evitaba y se brindó a hacer de todo en la campaña de las municipales para que no le dejasen hacer nada, era rehabilitado públicamente e incorporado al equipo de Alfonso Rueda en la Consellería de Vicepresidencia, Administracións Públicas e Xustiza en calidad de asesor. Como deus é bo, pero o demo tampouco é malo, alguien, por ahí arriba, debió de reparar en que, puestos a dejarse el pellejo en la confrontación autonómica más abierta de los últimos quince años, mejor darle calor a la parroquia popular y removerla de su modorra que proseguir en la gélida decadencia por la que se desliza la agrupación, cuyas consecuencias en las urnas podrían volver a ser calamitosas. Y aquí es donde entra Fole, quien a buen seguro se calzará las botas para defender su legado y pedir el voto argumentando, con datos en la mano, que sin él todo ha ido a peor.

Entiéndanse bien estas razones. No se trata de dilucidar quién liderará el partido en el futuro, cuestión que por el momento es secundaria y en la que el exalcalde sí parece amortizado. El empeño consiste en reanimar en tiempo récord a militancia y simpatizantes. Por el mismo motivo, la incógnita de urgente resolución no se centra en la gestora, sino en la identidad del candidato o candidata por O Salnés.