Los arroces se cocinan en clave de sol en el legendario local de A Barosa, que pronto cumplirá 25 años
31 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.No es fácil explicar lo que sucede dentro y fuera de El Náutico. A lo largo de sus 24 años de historia se han forjado todo tipo de expresiones para tratar de reflejar el espíritu de este lugar. Templo de la música, local legendario, una playa en un bar, un bar en una playa, paraíso para músicos... Pero cuando uno franquea su entrada lo que se despliega ante sus narices le lleva a concluir que, sencillamente, este es un sitio «de puta madre para la música, en el que se está muy bien». Quién mejor que Miguel de la Cierva, el tipo que echó a andar y mantiene viva esta locura, para describirlo. Es mediodía y alrededor de cincuenta personas buscan la sombra del porche que conduce a la arena. Otra buena parte de la clientela se acoda en la barra. Más allá, en la zona de conciertos, hay quien toma el sol. Pero aquí, en el recibidor, lo que burbujea es una tremenda paellera. Miguel distribuye los ingredientes tras calzar debidamente las patas de la mesa que soporta el pedazo de hornillo. «Mi padre -rememora- ya le daba bien a esto, y si lo piensas es normal, porque si te molan las cuchipandas y no tienes un cocinón, para más de treinta la paella es lo tuyo».
El verano pasado, Yayo Daporta, Javi Olleros y Pepe Solla maridaron aquí sus arroces con gente como Odaiko, Iván Ferreiro y Xoel López. Esto es distinto. Medio centenar de participantes en la Lacón Network, una reunión de emprendedores y usuarios de las nuevas tecnologías, se van a meter entre pecho y espalda la paella de Miguel. Aunque no deja de estrechar manos y una parte de su cabeza continúa configurando y reconfigurando el programa de conciertos, nuestro hombre mantiene los fogones bajo control. «Es curioso, porque el 90 % de los sitios donde estás muy bien se dedican a la hostelería, y pocos a la música, pero con el paso del tiempo la hostelería y el cachondeo han ido bajando hasta que ahora es la actividad musical la que mantiene a la hostelería y no al revés». «Sin quererlo -reflexiona sobre los inicios de El Náutico- estaba haciendo los deberes».
El nivel del cartel del 2016 es muy potente, lo que acarrea un problema: «No sé cómo lo vamos a superar en el 2017 para celebrar el 25 aniversario; como no se reúnan Los Ronaldos o haga algo Calamaro... Aunque tal vez sería una buena ocasión para volver a los orígenes, cuando Quique González se juntaba con Pereza y Xoel, Leiva con Coque o Lori Meyers, Anni B. Sweet e Iván, sin prepararlo». Esto ya era así mucho antes de que Sinsal emergiese.
Allá atrás, en los dominios del almacén, está creciendo una auténtica residencia artística, un estudio en el que grabar y estar cuyo cabecero de cama es la playa de A Barosa. Miguel propicia los encuentros, las sinergias fluyen. Probablemente hacia una pequeña flota de dornas patrocinadas por la hostelería, patrimonio náutico y etnográfico en un paisaje recuperado. A todo esto alguien puede preguntarse qué habrá sido de la paella entre tanta charla. Pierdan cuidado, amigos, la condenada está de muerte.
la receta
Al Náutico puede traerse uno la comida desde cualquier restaurante de la zona. También desde A Botica, que acaba de echar a andar bajo la batuta de Miguel de la Cierva. Pero si algo está verdaderamente bueno es esta paella. Fumet a base de cabezas de rape, congrio, nécoras, un pinto y una maragota. Un buen sofrito, gambones, navajas, almejas, berberechos, mejillones y calamares. Cinco kilos y medio de arroz y ya solo falta buscar a medio centenar de comensales