Ravella abrió dos expedientes en 2014, y Cambados y Vilanova, ninguno
18 ene 2015 . Actualizado a las 05:00 h.Lo que debería ser un plácido paseo se convierte muchas veces en una carrera de obstáculos. Lo que deberían ser zonas de juego para los niños se transforman en un campo de minas de porquería. Y aceras concebidas para caminar de forma segura acaban dejando un maloliente estigma en el zapato. Para combatir la lacra que suponen los excrementos de perros en la vía pública, los concellos se han ido dotando en los últimos años de ordenanzas municipales, que, en la mayoría de los casos, no pasan de ser papel mojado. O Grove es la única excepción. A falta de una estadística más minuciosa, en el Concello cuentan por docenas las sanciones impuestas por no recoger las heces caninas de la calle. «Desde 2008 que empezamos con este tema deben ir sesenta ou setenta. Son difíciles de contar porque van no medio de todas as sancións que atinxen ao Medio Ambiente, que son centos», según explica el técnico municipal Francisco Meis. Y aunque hay quien recurre, la mayoría de estos expedientes han terminado en multa «porque se os colles na allada, non hai moito que alegar», explica. La normativa municipal establece sanciones de cien a trescientos euros, y en O Grove siempre han tirado hacia arriba, imponiendo la más elevada. La limpieza y el ornato de la vía pública es una guerra a la que Fredi Bea le ha plantado cara desde que entró como concejal en O Grove, hace ocho años, hasta el punto de establecer un servicio específico de vigilancia de las calles del que se encarga la policía local. De forma itinerante y en función de las necesidades y posibilidades de cada momento, los agentes se plantan de incógnito -con los uniformes camuflados y con coches sin rotular- en el paseo de Lordelo, en O Sineiro o Vilavella y vigilan a todo aquel que lleve perro. Y si no recoge lo que el animal deja en el suelo, sacan de talonario y le plantan una denuncia. Y cuando los perros andan sueltos, lo siguen hasta que se mete en casa, para identificar al dueño. ¿Esta ofensiva da resultados? «Cando se sabe que se está vixiando si que se nota unha mellora, pero ao cabo do tempo a xente baixa a garda», apunta Meis.
Este fenómeno también lo detectan en Vilagarcía. A raíz de la campaña municipal Caca, culo, please! y desde que la policía local empezó a hacerse notar en la calle por este tema, muchos propietarios de perros se cuidaron más de no dejar ningún resto en el suelo «y se notó una mejoría importante», según explican desde el Concello, promotores de la campaña. Pero con el paso de los días y una vez superado el período de cortesía, son muchos los vecinos que volvieron a olvidarse de recoger lo que dejan sus mascotas atrás. En el 2014 se cursaron dos denuncias que están en fase de tramitación, de modo que aún no se resolvió si acabarán en multa o no.
Vilanova es otro de los concellos que realizó una campaña para combatir el problema mediante bandos de la alcaldía. Se abrieron algunos expedientes, pero los excrementos siguen manchando las calles. En Cambados ni siquiera han llegado a aplicar la ordenanza y no se impuso ninguna sanción por este motivo. Y en otros ayuntamientos, ni lo intentan. «Para que imos aprobar unha ordenanza se non a podemos aplicar, se non temos xente para controlar isto», reflexiona la concejala de Medio Ambiente de A Illa, Lola Folgar.