Los canteros de la Sagrada Familia

carmen garcía de burgos PONTEVEDRA / LA VOZ

AROUSA

Cuatro jóvenes de Pontevedra, Meis, Ribadumia y Caldas trabajan desde hace años en la catedral. «Es algo único, vibrante, te da mucha energía», confiesa Emilio

10 nov 2014 . Actualizado a las 08:19 h.

Todos ellos la habían visto solo una vez al natural. Pero millones en fotos de libros de arte, revistas y prácticamente cualquier soporte. Ahora se la conocen de memoria -«casi... de memoria»-, admiten los cuatro entre risas. Saben que es mucho decir. Pero también lo era pensar que antes de los 30 estarían formando parte de algo tan grande como la Sagrada Familia. Nadie habla de tamaño, se trata de otra cosa: Emilio González, Alejandro Muelle, César Alberto Iglesias y Severino Barcala, cuatro jóvenes de las comarcas de Pontevedra y O Salnés, son los encargados de «darle la cara bonita» a la gran catedral de Europa, la gran obra de Gaudí inacabada.

Todo comenzó en O Grove, en el Simposium de escultura de la Festa do Marisco del 2007. Emilio se presentó con un arco de peces que le dio el segundo premio, y algo más importante: un encargo de un empresario barcelonés para que le hiciera dos esculturas para su fábrica. Aprovechando el viaje para concretar detalles, él y su compañero Alejandro se pasaron por la Sagrada Familia para dejar un currículo. Antes de completar el pedido que le habían hecho ya habían recibido una llamada de la ciudad condal.

Para ingresar tuvieron que superar una prueba que consistía en hacer un paraboloide -una curva uniendo líneas rectas- para formar una gárgola. La pasaron hace seis años, los que llevan dentro del museo religioso ideado por el genio catalán. Dos años después se les unió desde Caldas César, y uno más tarde, Severino desde Ribadumia. Ahora Emilio y Alejandro tienen 33, César 32, y Seve 29.

Una pequeña ciudad

«Es como trabajar en una pequeña ciudad», admite Seve, y explica que «hay una organización brutal, si no, sería un caos, hay días que no sabrías por dónde empezar». También Emilio: «Es una obra compleja pero bien organizada: hay cantería, madera, electricidad, oficinas... todo está repartido por sectores. Y cada uno sabe lo que tiene que hacer». También en su pequeño departamento, en el que trabajan los cuatro gallegos, dos jefes y tres catalanes que cortan la piedra. Otro grupo de catalanes y andaluces se encarga de colocarla: «El taller está bien organizado, se trabaja a un ritmo normal, porque las cosas llevan el tiempo que tienen que llevar. El responsable sabe lo que estás haciendo en cada momento. El fin del grupo es que los trabajos salgan bien».

Ni una queja al respecto. Trabajan nueve horas diarias de lunes a jueves para poder salir a las 14 horas los viernes. Emilio está ahora terminando de dar textura y caída, de embellecer, las letras INRI que están sobre el Cristo crucificado de la fachada de la Pasión. Lo que han aprendido en cuestión de piedras les va a abrir muchas puertas: trabajan sobre todo con la de Montjuïc, la elegida por Gaudí, pero también de Irán, Francia, Ampurdán, Garraf, Brasil, Italia y, por supuesto, Lugo.

Apenas dudan a la hora de decir cuál es la parte que más les gusta. Se les cae la baba cuando pasan por delante de la fachada del Nacimiento. A todos. «Me gusta mucho la imaginación que ha puesto Gaudí en ella; cada semana veo algo diferente. Ves texturas, formas, completamente diferentes a la de La Pasión, porque simboliza todo lo contrario: la muerte. Las formas son muy frías, cortantes, y las texturas acentuadas», dice Emilio, y completa Seve: «La fachada del Nacimiento me parece más escultórica, con más ornamentación y un encanto que no tiene la de la Pasión».

Un trabajo eterno

También coinciden en destacar la emoción que sienten por trabajar en una obra que va a perpetuar su trabajo, y que -afirman- les regalará en el futuro momentos en los que podrán mirar hacia el cielo y decirle a sus hijos, nietos o bisnietos: «Yo trabajé ahí, yo hice eso». «Es algo único, vibrante, te da mucha energía. Es una obra que queda reflejada para la historia».

Solo difieren a la hora de hablar de sus sueños futuros. ¿Qué queda después de haber contribuido a levantar la Sagrada Familia? «Yo quiero seguir aprendiendo, quiero ser escultor; a mediados del año que viene quiero preparar una exposición de esculturas de piedra de Galicia y Cataluña», revela Emilio.

«Yo quiero hacer una obra importante de piedra en Galicia», confiesa Seve, y rompe con una sola frase los muros de todas las catedrales del mundo.

«Yo quiero seguir aprendiendo, quiero ser escultor y preparar una exposición para mediados del 2015»

Emilio González

«Es una organización brutal. Si no, sería un caos, hay días que no sabrías por dónde empezar»

Severino Barcala

los gallegos de gaudí